Una coalición de combatientes sirios respaldada por Estados Unidos anunció este sábado que el grupo que se hace llamar Estado Islámico perdió el último pedazo de territorio que controlaba en Siria, lo que formalmente pone fin al “califato” proclamado por la organización yihadista en el 2014.
En su mejor momento, el Estado Islámico llegó a controlar un territorio de 88.000 kilómetros cuadrados que se extendía desde el oeste de Siria al este de Irak.
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En el lugar, el grupo gobernaba de forma brutal a casi ocho millones de personas y generaba miles de millones de dólares en ingresos derivados del petróleo, la extorsión, secuestros y asaltos.
Pero, a pesar de la desaparición de ese “califato”, el Estado Islámico sigue siendo una fuerza altamente disciplinada y curtida en batalla cuya “derrota duradera” todavía no está completamente asegurada.
En febrero, el jefe del Comando Central de Estados Unidos, general Joseph Votel, advirtió que era necesario mantener “una ofensiva vigilante contra el ahora largamente disperso y desagregado (Estado Islámico) que conserva líderes, combatientes, facilitadores, recursos y la ideología profana que sirve de combustible a sus esfuerzos”.
Y, si no se mantiene la presión sobre el grupo, el Estado Islámico “muy probablemente podría resurgir en Siria dentro de seis a 12 meses y recuperar un territorio limitado en el valle medio del río Éufrates”, le advirtieron en enero oficiales estadounidenses a la oficina del inspector general del Departamento de Defensa de EE.UU.
Estas advertencias parecieron convencer al presidente Trump de no retirar completamente a los 2.000 soldados que EE.UU. todavía tenía en Siria, como había prometido en un anuncio hecho en diciembre de 2018 - un plan que provocó la renuncia del secretario de Defensa, Jim Mattis, y alarmó a sus aliados de la coalición contra el Estado Islámico.
En febrero, la Casa Blanca anunció que iba a dejar 400 “pacificadores” en Siria por “cierto tiempo”, 200 de los cuales se quedarían en al-Tanf, en la intersección de las fronteras entre Siria, Jordania e Irak.
¿Qué le depara el futuro al Estado Islámico?
En Irak, cuando el gobierno declaró victoria sobre el Estado Islámico en diciembre del 2017, el grupo yihadista ya “había evolucionado sustancialmente hacia una red clandestina”, le dijo el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, al Consejo de Seguridad en un reporte publicado en febrero.
“Está en una fase de transición, adaptación y consolidación. Está organizando células a nivel provincial, replicando en ella las funciones claves de liderazgo”, agregó.
Los militantes del Estado Islámico se mantienen activos en las zonas rurales, donde el terreno accidentado les da libertad suficiente para movilizarse y planificar ataques. Esto incluye los desiertos en las provincias de Anbar y Nínive y las zonas montañosas de Kirkuk, Salah al-Din y Diyala.
Hay células “que parecen estar planeando actividades que socavan la autoridad gubernamental, crean una atmósfera de desorden, sabotean la reconciliación social y aumentan los costos de la reconstrucción y el contraterrorismo”, sostiene Guterres.
Estas actividades incluyen secuestros extorsivos, el asesinato de líderes locales, y ataques contra servicios públicos e instituciones gubernamentales.
Y la red del Estado Islámico en Siria muy probablemente evolucionará en la misma forma que la de Irak.
Además, en el valle del Éufrates, el grupo mantiene presencia en la provincia noroccidental de Idilb, controlada por la oposición, así como en áreas controladas por el gobierno al sur de la capital, Damasco, y en la región de Badiya, un vasta extensión desértica en el sureste de Siria.
Los militantes tienen además acceso a armas pesadas y son capaces de ejecutar ataques con bombas y asesinatos en todo el país, según el inspector general del departamento de Defensa de EE.UU., y sus líderes mantienen “excelente capacidad de comando y control”.
La ubicación de su líder máximo, Abu Bakr al Bagdadi, se desconoce, pero ha sido capaz de evadir la captura y la muerte a pesar de que cada vez tiene menos lugar para esconderse.
Además, el Estado Islámico continúa generando ingresos a través de diferentes actividades criminales. También recibe donaciones desde el exterior y se estima que tiene entre US$50 millones a US$300 millones en efectivo.
¿Cuántos militantes le quedan?
El Estado Islámico ha sufrido pérdidas sustanciales, pero aún así Guterres dijo que se estima todavía controla de 14.000 a 18.000 militantes en Irak y Siria, incluyendo 3.000 extranjeros.
Por su parte, el enviado especial de EE.UU. ante la Coalición Global para la derrota del Estado Islámico, James Jeffrey, dijo a mitad de marzo que Washington creía que todavía habían entre 15.000 y 20.000 “simpatizantes armados activos” del Estado Islámico en la región, muchos en células clandestinas.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) han capturado a aproximadamente 1.000 combatientes extranjeros del Estado Islámico. Además, hay centenares de mujeres y más de 2.500 niños asociados con ellos viviendo en campamentos para desplazados en áreas controladas por el FDS.
Irak reporta unos 1.000 combatientes extranjeros capturados.
EE.UU. ha pedido la repatriación de los cautivos de las FDS para que enfrenten a la justicia.
Pero muchos de sus países de origen se han dicho preocupados ante la posibilidad de permitir el regreso de curtidos combatientes y las dificultades de obtener suficiente evidencia para su enjuiciamiento.
En total se estima que hasta 40.000 extranjeros viajaron a luchar al lado del Estado Islámico en Irak y Siria.
El número exacto de aquellos que siguen viajando a Siria no se conoce, pero el flujo se ha reducido significativamente. La Coalición Global la estima en aproximadamente “50 al mes”.
El flujo neto de combatientes extranjeros que están dejando Irak y Siria también parece bajo.
En octubre del 2017, más de 5.600 ya habían regresado a sus países de origen.
Pero también hay un número significativo de militantes afiliados al Estado Islámico en Afganistán, Egipto, Libia, el sureste de Asia, y en África occidental, y en menor medida en Somalia, Yemen, el Sinaí y el Sahel.
Numerosos individuos inspirados por la ideología del grupo también continúan ejecutando ataques en diferentes partes del mundo.