Estambul. Los líderes políticos franceses se mostraron resueltos y combativos ante la nueva serie de ataques terroristas en París. “Sí, estamos en guerra”, dijo el primer ministro Manuel Valls en una entrevista televisiva. Y poco después las palabras se transformaron en actos: aviones franceses lanzaron el domingo más de 30 bombardeos sobre Raqqa, el bastión sirio del grupo terrorista Estado Islámico. El mensaje del Gobierno Francés es fácil de entender: combatir a los yihadistas con todas las fuerzas.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Pero una mirada a las acciones militares internacionales en Siria e Iraq da pocos motivos para pensar que se podrá derrotar al Estado Islámico solo militarmente. Pese a que los ataques de la alianza liderada por Estados Unidos frenaron la expansión de los extremistas en algunos lugares y los hicieron retroceder, los bombardeos no han podido debilitar significativamente al grupo terrorista, que todavía controla vastos territorios de Siria e Iraq.
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El problema de los ataques aéreos es la falta de socios confiables y un buen apoyo de tropas en el terreno. Las guerras no pueden ser ganadas desde el aire. Sin embargo, ninguno de los gobiernos occidentales parece estar dispuesto a desplegar tropas contra el Estado Islámico. Pero las fuerzas kurdas en Siria e Iraq son aliados, tienen buena preparación y equipos; con el apoyo aéreo de la coalición pueden reconquistar gran parte del territorio en manos de la milicia islámica.
Por otra parte, el Ejército iraquí sufrió en los últimos meses duras derrotas ante los yihadistas. Cuando el Estado Islámico avanzó en el verano del 2014 sobre la ciudad de Mosul, en el norte de Iraq, los soldados iraquíes huyeron rápidamente. Y este año las fuerzas de Bagdad perdieron la capital provincial de Ramadi a manos de los terroristas. Durante semanas trataron, en vano, de recuperar ese bastión del Estado Islámico.
El Ejército iraquí sufre entre sus filas la corrupción, una formación deficiente y la falta de motivación. Pese al apoyo aéreo de Estados Unidos y la presencia de consejeros militares nortamericanos, las únicas victorias en ciudades como Tikrit se lograron con la ayuda de milicias chiítas, financias por Irán y reticentes a pelear del mismo lado que Estados Unidos.
La situación también es difícil en Siria, donde los aliados más importantes de las fuerzas occidentales son las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), brazo armado en Siria del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que figura en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos. Turquía, socio de la OTAN, quiere a su vez evitar un fortalecimiento de los kurdos en Siria. Y Washington también trabaja con grupos rebeldes moderados que, sin embargo, no tienen influencia significativa en la guerra civil siria.
En general, los expertos coinciden en señalar que el Estado Islámico no puede ser derrotado únicamente desde un aspecto militar. Pese a tener mayor capacidad de combate que sus oponentes, el Estado Islámico sólo pudo expandirse a partir de su despliegue en el terreno. Iraq, Siria, Libia: el grupo terrorista logró llenar un vacío de poder allí donde las estructuras estatales fueron devastadas. La toma del poder sólo fue posible con el apoyo de las poblaciones locales, que rechazaban a sus propios gobiernos.
Iraq, por ejemplo: desde la caída de Saddam Hussein, el país fue gobernado por la mayoría chiita. Los sunitas, que ocuparon posiciones de poder bajo el mando de Hussein, se sientan ahora discriminados. Es así como el acceso de los chiítas al poder pavimentó el ascenso del Estado Islámico, definidos como sunitas radicales. Iraq sólo puede revertir ese escenario si las fuerzas políticas alcanzan un nuevo balance entre sunitas y chiítas; algo que, sin embargo, está lejos de ocurrir.
Mientras tanto, el Estado Islámico construyó una extensa red internacional con ramificaciones en Egipto, Libia, Yemen y otros lugares donde forjó alianzas. Si se encuentra bajo presión en un país, tiene la habilidad de movilizarse y atacar en otro lado. Si es derrotado en Siria e Iraq, puede resurgir con nuevas fuerzas en otro lado. Quien quiera derrotar al Estado Islámico no sólo necesita determinación: también necesitará mucha paciencia.
Fuente: DPA