En Venezuela cada vez se mata menos.
De acuerdo el último informe anual sobre homicidios de la ONG Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV), más de 16.500 personas murieron de forma violenta en Venezuela en el último año.
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Pese a lo elevado de la cifra, supone un descenso de más de un 28% con respecto al año anterior, cuando la estimación del OVV fue de más de 23.000 muertes de este tipo.
Según el ministro del Interior, Néstor Reverol, el descenso fue mayor, situándose por encima del 36% respecto a 2018.
Qué dicen las cifras
El ministro del Interior dijo que 2019 había sido el cuarto año consecutivo de caída en el número de homicidios. El OVV, que elabora su informe anual con las aportaciones de investigadores de diversas universidades nacionales, apreció descensos en los últimos tres.
En cualquier caso, la caída registrada en 2019 es la mayor desde que el OVV elabora su informe anual.
Sin embargo, su director, Roberto Briceño, matiza: "Nunca antes el número de homicidios había llegado tan alto como en los años anteriores". Y recuerda que hay una tendencia general a la baja en la región.
Pese a la mejora, la tasa de 60,3 homicidios por cada cien mil habitantes que el OVV atribuye a Venezuela, la cifra sigue siendo la más alta del mundo por delante de otros países de América Latina y el Caribe, como El Salvador, Jamaica y Honduras, que le siguen en lo alto de la lista mundial de muertes violentas intencionadas ocurridas fuera de un contexto bélico.
El gobierno rebaja esa tasa hasta 36,3 por cada cien mil habitantes, lo que alejaría a Venezuela del primer puesto de la lista, pero los expertos consultados cuestionan la veracidad de sus cifras.
En la última entrega de su Estudio Global sobre Homicidios, publicada el verano pasado, la Oficina sobre las Drogas y el Crimen de Naciones Unidas sitúo la tasa venezolana en 56,8, solo por detrás de la de El Salvador.
De acuerdo con este organismo de la ONU, Venezuela vivió entre 1991 y 2017, “el incremento más dramático” en el número de homicidios.
En su informe de enero de 2019, el centro de análisis Insight Crime situó a Venezuela como el país más violento de Latinoamérica.
Las causas del descenso
Según Reverol, el descenso se debe a “la aplicación de una política integral para resguardar a los ciudadanos” por parte del gobierno.
Para Roberto Briceño, director del OVV, que denuncia "años de censura sistemática" en el manejo de los datos sobre homicidios por parte de las autoridades venezolanas, las causas son bien distintas.
"Una de las consecuencias de que tanta gente se haya marchado del país es que también lo han hecho muchos delincuentes", indica Briceño.
Sumida en una grave crisis económica en los seis años que Nicolás Maduro lleva como presidente, Venezuela ha visto desplomarse su Producto Interno Bruto y emigrar a más de cuatro millones de sus habitantes.
Briceño señala que "la mayoría son gente honrada en busca de un trabajo, pero también hay algunos criminales", como quedaría patente en las noticias que llegan de detenciones de venezolanos en otros países de la región.
El informe del OVV señala cómo la propia contracción de la economía ha actuado como un elemento inhibidor de los homicidios: “La destrucción generalizada de la actividad económica y el empobrecimiento del país han reducido drásticamente las oportunidades para el crimen”.
Otro factor que se señala en el estudio es la adquisición por parte de la población de hábitos condicionados por años de incidencia de la delincuencia. En la mayoría de ciudades de Venezuela, sobre todo cuando se oculta el sol, el temor de muchos a convertirse en víctimas de los maleantes hace que se vea muy poca gente por la calle.
Luis Izquiel, profesor de Criminología de la Universidad Central de Venezuela, le dijo a BBC Mundo que, aunque pueda parecer paradójico, la extensión de grandes bandas criminales organizadas que controlan extensos territorios también ha contribuido a que caigan los homicidios.
“La prevalencia de las grandes organizaciones criminales hace que haya menos disputas entre bandas y baje el número de muertes. En los territorios que controlan, estos grupos imponen una especie de paz delictiva”, señala el experto.
Un policía que mata
Una particularidad de Venezuela es el alto número de muertes causadas por los cuerpos de seguridad del estado, especialmente la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana, una unidad especial creado por Nicolás Maduro.
La acción policial provocó cerca de 5.300 muertes en Venezuela en 2019, de acuerdo con el OVV. Los cuerpos policiales mataron una media de 14,5 personas diarias, lo que lleva a los autores del informe a hablar de una “epidemia de violencia policial” en el país.
Las cifras van en la línea de lo reportado el pasado junio por la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, el pasado junio.
Bachelet recogió múltiples casos de “ejecuciones extrajudiciales” perpetrados por funcionarios y reclamó una investigación.
También pidió la supresión de la FAES, pero poco después Maduro respaldó públicamente la actuación de este controvertido cuerpo.
Con frecuencia, estas muertes se registran oficialmente como casos de "resistencia a la autoridad". Muchas familias de los muertos en estas acciones policiales han denunciado que a sus familiares los ultimaron a sangre fría.
El informe del OVV muestra que en seis estados de Venezuela la Policía mató en 2019 más que los delincuentes.
Izquiel señala que el gobierno “lleva tiempo aplicando prácticas de exterminio masivo”,.
"Muchos de los que mueren son delincuentes, pero otros muchos son jóvenes inocentes. Esto demuestra que a Maduro no le importan los derechos humanos".
El Ministerio de Comunicación no respondió a una solicitud de comentarios de BBC Mundo sobre la actuación policial.
Qué puede pasar en el futuro
Las altas tasas de violencia y criminalidad no son un fenómeno reciente en Venezuela. Ya en 1961, el investigador Francisco Herrera Luque las atribuyó en un polémico libro a la herencia de las enfermedades mentales de los conquistadores españoles.
Briceño afirma que “el crimen siempre se adapta a la realidad social”. A ello obedece la caída reciente en el número de homicidios, que ha coincidido con un incremento de otros delitos más rentables y fáciles de cometer en el contexto de un país empobrecido.
La duda es si la tendencia a la baja de los últimos años, acentuada en 2019, se consolidará en los próximos.
Izquiel dice que “probablemente sea algo coyuntural, porque las causas estructurales de la delincuencia en Venezuela se mantienen, como el hambre, los problemas sociales, los embarazos precoces o la falta de control del Estado sobre las armas que circulan por las calles”.
Los expertos de la Oficina de Naciones Unidas sobre la Droga y el Crimen han descrito los "mecanismos sistémicos" que contribuyen a un "descenso sostenido de la violencia letal".
Entre ellos figuran "instituciones públicas vistas como legítimas por los ciudadanos, un imperio efectivo de la ley a través de una policía profesional y bien adiestrada, el control de la corrupción y la violencia ilegal por los detentadores del poder", y "servicios educativos y sanitarios universales".
Todas ellas cosas hoy en cuestión en Venezuela.