Esta semana se cumplen 100 días desde que inició el Gobierno de Pedro Castillo. En este periodo, el Ejecutivo ha cometido diversos aciertos, errores y presentado debilidades y perspectivas. La extitulares de la Presidencia del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez y Ana Jara, presentan su opinión sobre la performance del Gobierno en sus primeros 100 días y su balance sobre lo aspectos que debe mejorar en su gestión.
“100 días después, debilidades por superar”, por Violeta Bermúdez
“Se requiere de un claro liderazgo del presidente que luego de 100 días no se evidencia”.
Los primeros 100 días de Gobierno constituyen un período corto para esperar grandes resultados. Sin embargo, es un tiempo suficiente para tener, al menos, dos cosas claras: un equipo de Gobierno armado y la predictibilidad respecto del liderazgo y el rumbo que tomará la gestión hasta culminar su período. Se espera, en consecuencia, que el Gobierno cuente con un equipo consolidado y una visión clara de país que ofrezca confianza a la comunidad política, social y económica.
Los gobiernos los conducen personas. Por ello, voy a referirme a dos de las principales debilidades del régimen actual: no haber consolidado, aún, un equipo de Gobierno que brinde la estabilidad y tranquilidad que la gobernabilidad requiere. Además, todo equipo necesita de un líder y ese rol le corresponde al presidente de la República.
Desde la juramentación del primer Gabinete, el 29 de julio, fueron diversos los cuestionamientos formulados a algunos de sus integrantes, al punto de que se empezó a debatir el perfil mínimo con el que debería contar un ministro de Estado. Se cuestionó la escasa presencia de mujeres en el Gabinete (dos de 19) cuando existen muchas profesionales competentes; además, la designación, como presidente del Consejo de Ministros de una persona con múltiples críticas. Un primer ministro que, ante el silencio del presidente, utilizó la confrontación como forma de relacionamiento, cuando su rol es promover el diálogo, la coordinación, la articulación y la concertación. Luego de dos meses en el cargo, fue reemplazado por Mirtha Vásquez, expresidenta del Congreso, conocida por su actitud dialogante y defensora de los derechos humanos. Junto con ella, se cambiaron a tres ministros. Uno claramente comprensible: Cultura; y dos sin mayor explicación: Educación e Interior, cuyos sucesores inmediatos no superaron los estándares esperados. A tal punto que el titular del Interior fue reemplazado antes de cumplir un mes en el cargo.
Si bien el cambio del presidente del Consejo de Ministros ha sido positivo, no es suficiente. Y no lo es porque se requiere de un claro liderazgo del presidente que luego de 100 días no se evidencia. Él es el responsable de dirigir la política general del Gobierno: es jefe del Estado y jefe de Gobierno.
La política ya fue aprobada y publicada el 16 de octubre último (DS 164-2021-PCM) y fue la base para la presentación de la nueva primera ministra ante el Congreso el 25 de octubre. Sintetiza las prioridades de gobierno para el período 2021-2026. Seguramente, hay muchos aspectos por mejorar, pero debería ser sobre esos compromisos, y no sobre anuncios improvisados, que se organice la gestión gubernamental; así como el trabajo con las otras entidades, especialmente, con el Congreso de la República, cuyo respaldo y trabajo coordinado son fundamentales para la gobernabilidad. Implementar un programa de Gobierno requiere de un equipo sólido, competente y con un presidente que lo lidere con transparencia; aspectos que, en los primeros 100 días, no se han logrado superar.
“100 días: aciertos y desaciertos”, por Ana Jara
“No hay ‘visión de país’, el Gobierno de Pedro Castillo no se ha planteado qué estrategia seguir”.
Cierto es que los problemas del país son complejos y de larga data, que no se solucionarán a corto plazo, pero esto no impide que analicemos los primeros 100 días del Gobierno de Pedro Castillo, para lo cual empezaré por lo positivo; una tarea difícil, como para “echarse a buscar con lupa”.
Entre los aciertos, podemos citar la continuidad del proceso de vacunación y el no haber cambiado a los funcionarios que venían trabajando en el ente rector, el Ministerio de Salud. Se adoptaron decisiones en función de la emergencia sanitaria sin distingos políticos, todo lo cual viene salvando vidas.
También se cuentan las ratificaciones de Julio Velarde en la presidencia del BCR y de Luis Enrique Vera Castillo en la jefatura de la Sunat; este último funcionario de carrera. La remoción del expresidente del Consejo de Ministros Guido Bellido, de perfil contestatario, investigado por el delito de apología del terrorismo y sin conocimientos de gestión pública. La designación de Óscar Maúrtua, diplomático de carrera, en la Cancillería y la propia Mirtha Vásquez como primera ministra, una política de izquierda moderada, distinta a su antecesor, de prudente performance cuando presidió el Congreso.
Y sin dudas, lo más rescatable, pese a ciertos discursos extremistas, es que el Perú sigue siendo un Estado Constitucional de Derecho en donde se respetan las “libertades”, los derechos y las garantías de las personas. Así, tenemos que existe la libertad de expresión, se pueden abrir y cerrar cuentas bancarias, no hay control de precios como en otros países, etc.
¿Y qué hay de los desaciertos? Podemos citar la voluntad política aún no materializada, pero sí expresada, para deshacer lo andado en reformas de Estado en educación y transporte público, con declaraciones u ofrecimientos de los ministros del ramo, pretendiendo el nombramiento directo de docentes contratados en oposición a la meritocracia y de amnistiar papeletas de tránsito y extender autorizaciones de ruta a combis, cúster y buses por diez años en Lima y el Callao, además de remover a las cabezas de los entes fiscalizadores (ATU y Sutrán). En una palabra: “contrarreformas”.
También, se percibe improvisación y poca transparencia, un jefe del Estado que en 100 días no ha concedido una sola entrevista a la prensa, un pésimo manejo de las crisis políticas y “ausencia de control de daños”. En solo 100 días, hemos visto dos gabinetes ministeriales y dos cambios en los altos mandos de las Fuerzas Armadas. Algo inédito.
Asimismo, a excepción del ámbito de Economía y Finanzas, se ha debilitado el aparato estatal, poniendo en cargos de decisión a personas no idóneas.
Pero lo más preocupante es que no hay “visión de país”. El Gobierno de Pedro Castillo no se ha planteado las siguientes interrogantes: ¿por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué se busca alcanzar en cinco años? ¿Cuál es la estrategia que se debe seguir?
Estos primeros 100 días han sido críticos, pero pudieron ser peor. ¡A esperar los próximos 100!