Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer y quisiera invitarlos a reflexionar sobre los avances reales para lograr una igualdad de género.
Desde pequeñas, soñamos con ser grandes y destacadas profesionales, además de independientes. Para lograrlo, una de las vías es el camino universitario, el que, sumado a las habilidades innatas que tenemos, nos proyecta de manera sobresaliente.
Es el camino que elegí, junto a muchísimas colegas. Sin embargo, en el desarrollo profesional, descubrimos lo difícil que es destacar en el mundo corporativo, pese a tener las mismas herramientas que los varones. Las ideas que ellos proponen, por defecto, tienen mayor acogida que las nuestras. En los intercambios de ideas, también existe un trato diferente. Según diversos estudios, los hombres interrumpen un 33% más si hablan con mujeres.
Esto, por ejemplo, lo evidencié aun más cuando me adentré en la industria deportiva, una de las más desiguales, y asumí el reto de administrar a Universitario de Deportes. Como se sabe, las crisis empresariales son abordadas vía procedimientos concursales, donde la toma de decisiones depende de una Junta de Acreedores, conformadas casi en su totalidad por varones. En la mayoría de casos, el patrón percibido es que se cuestiona a la mensajera y no al mensaje. Afortunadamente, y pese a la hostilidad hacia las mujeres en este rubro, hoy, de cinco administradoras registradas ante Indecopi, tres son representadas por mujeres y, de diez entidades liquidadoras registradas, cuatro son lideradas por mujeres.
El paso que tuve por la industria deportiva también me permitió ver de cerca el poquísimo esfuerzo que se ha hecho por el fútbol femenino. Estando en Universitario, me preguntaba por qué la brecha salarial era abismal. La jugadora mejor pagada no representaba ni el 5% del salario del mejor pagado. Y esto ocurre en todo el país. El 82% de jugadoras gana menos de S/500. Solo el 5% recibe más de S/950, según el estudio “Radiografía del fútbol femenino en el Perú”.
La pregunta clave es si existen criterios objetivos que justifiquen dicha diferencia. La respuesta es que el fútbol masculino es “profesional”. ¿Y las mujeres no se desempeñan como tales acaso? Puedo dar fe de la entrega, compromiso y seriedad de las jugadoras de Universitario en cada uno de sus partidos. Entonces, ¿qué es lo que falta? Pues inversión. Ellas no cuentan con un contrato televisivo ni sponsores (que cubren el 60% de los fondos del fútbol masculino) y la única manera de incentivarlos es consumiendo fútbol femenino.
La contribución como sociedad debe empezar por darles mayor visibilidad. Recordemos el gran impacto que puede generar en la niñez los avances que se tengan hoy en el fútbol femenino.