La igualdad de género y el empoderamiento de la mujer para el presidente Pedro Castillo son un saludo a la bandera. Así lo demuestra la conformación de su Gabinete y las declaraciones de los principales representantes del Ejecutivo.
Urge que algún miembro de su entorno, sus especialistas, asesores o allegados, le faciliten el marco actual de la normativa peruana respecto del tema. Son años de lucha que no pueden dejarse de lado.
El Perú es un Estado parte de la Convención para la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer, suscrita en el año 1981 y ratificada al año siguiente. Además, firmó la Declaración y la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, desarrollada en Beijing en 1995.
A pesar de este marco, algunas acciones del Ejecutivo dejan en un estado de indefensión a las mujeres violentadas, permitiendo con ello la presencia de agresores en cargos muy importantes del Ejecutivo, inclusive en la conducción de carteras ministeriales.
Así, estamos enfrentando un contexto de creciente complejidad caracterizado no solo por la desaceleración de la economía, sino reforzada ahora con la vulnerabilidad externa, un estancamiento en la reducción de la desigualdad de ingresos, un aumento de la pobreza, el deterioro en los niveles y la calidad del empleo, y un resurgimiento de discursos discriminadores y una alta tasa de violencia hacia las mujeres.
A pesar de las dificultades y retrocesos en diferentes espacios, mantenemos nuestro compromiso de seguir impulsando los derechos de las mujeres en el país. Todos sumamos desde el espacio en el que nos desarrollamos. ¡Cada una de nosotras tiene una historia particular y el poder de transformar la sociedad!
Históricamente, las mujeres han sido las protagonistas de las mayores revoluciones sociales, son quienes luchan por los derechos de los trabajadores, de los pueblos indígenas, por los derechos de su comunidad.
Necesitamos un jefe de Estado que genere confianza en la población, que sume esfuerzos e impulse el crecimiento con oportunidades para todos; con vocación de servicio y una actuación basada en valores y principios éticos.
¿Qué podemos hacer? Invito a las mujeres peruanas a compartir sus lecciones de vida con sus compañeras y colegas jóvenes y prender la “Participación activa” con colectivos que construyan una democracia real, en la que los valores universales que la sustenten sean la norma, en la que el civismo, la decencia y el diálogo sincero sean los ejes del debate, y en la que los políticos entiendan que necesitamos una participación responsable y transparente.
Estamos alertas y vigilantes ante cualquier amenaza que no garantice la implementación de la agenda de igualdad en el Perú. Las mujeres no podemos ser el patio de pruebas de un grupo político sin una visión de país. El empoderamiento y la igualdad no pueden ser temas tratados únicamente en un ministerio; deben ser abordados por todas las autoridades que tengan real vocación de servicio.