

Cuando algo ocurre en el Perú, suele afectar básicamente a los peruanos. Cuando ocurre algo en Estados Unidos o en China, el impacto suele afectar en mayor o menor medida a todos. En un mundo fuertemente globalizado, la adopción de estrategias proteccionistas como las planteadas por el actual presidente de Estados Unidos derivan en medidas similares en reciprocidad, menor comercio y desaceleración económica. Sin embargo, pareciera tratarse de una estrategia de negociación con cada uno de sus socios comerciales.
Para explorar los posibles impactos en la economía peruana es importante tener en cuenta algunos datos relevantes:
A) Para el Perú, Estados Unidos representa el segundo mercado comprador de productos exportados. Sobre el valor total exportado durante el 2024, Estados Unidos pesa 13%. Para EE.UU., comercialmente, el Perú es un error estadístico.
B) Donald Trump ha expresado su preocupación por el hecho de mantener una balanza comercial deficitaria con muchos de sus socios comerciales. En el caso del Perú, sucede lo contrario: la balanza comercial bilateral Perú-Estados Unidos es favorable para ellos.
C) Aduce además Trump que en los TLC establecidos por Estados Unidos con diferentes países se ha beneficiado a esos otros países y no a ellos. Eso no sucede en el caso de Perú. Cuando se negoció el TLC Perú-EE.UU., existía previamente un mecanismo llamado Atpdea, la Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de la Droga, que nos permitía exportar a Estados Unidos sin pagar aranceles. El TLC posibilitó que estas ventajas de acceso se hicieran permanentes con lo cual se ofrecía mayor predictibilidad para las inversiones en el Perú orientadas al mercado norteamericano. Por su parte, Estados Unidos no tenía ninguna ventaja particular para ingresar al Perú con sus productos y servicios. Por lo tanto, en la relación bilateral ellos salieron más favorecidos.
Si tenemos en cuenta que Trump sigue amenazando con mayores aranceles a varios países mientras el Perú tiene vigente el TLC con ellos, representamos una plaza atractiva para invertir y destinar la producción a la aún principal potencia del mundo. En este momento se nos presenta dos escenarios:
1) Pretender pasar desapercibidos por EE.UU. y mantenernos en una situación de ventaja para atraer inversiones extranjeras.
2) Asumir una posición proactiva entendiendo que el malestar de Estados Unidos con respecto al Perú y otros países de América Latina reside en la creciente participación de China.
Si apostamos por el segundo escenario, sugerimos lo siguiente:
Acelerar en el Congreso la aprobación de la Ley de Zonas Económicas Especiales, con lo cual sumaríamos un argumento poderoso para convocar inversión local y extranjera exonerada del Impuesto a la Renta de manera temporal.
Organizar ‘road shows’ sólidamente armados con una cartera de proyectos de inversión y/coinversión. La presencia del Mincetur, del MEF, el BCR y el Ministerio de Relaciones Exteriores, acompañada de líderes empresariales de sectores seleccionados sería fundamental. Priorizaría dos mercados en particular: Estados Unidos y Brasil al amparo de ventajas superimportantes: primero el Perú cuenta con 23 TLC con ventajas de acceso a 58 economías; además, Chancay-Callao permite llegar a Asia en 10 días menos que por la ruta tradicional y la mayor competitividad por las ZEE. Tres ventajas categóricas.
A pesar de la incertidumbre política a la que pareciéramos estar acostumbrados y la preocupante situación de la seguridad ciudadana que no puede ni debe esperar a un cambio de gobierno, los indicadores macroeconómicos siguen permitiendo que la economía continúe creciendo, y uno de los motores claves, sin lugar a dudas, se llama inversión.