La necesidad de innovar es un cliché que se escucha en todas partes. Sin importar el rubro al que uno se dedique, siempre habrá alguien que dirá cuán importante es para que un negocio o trabajo prospere. Sin embargo, el proceso requiere de entender cuáles son las verdaderas necesidades de los consumidores y no lanzarse a hacer algo porque sí.
Hace unos días se celebró el lanzamiento oficial de eFootball, la nueva plataforma de Konami que remplazará a PES. Con ello, es imposible no recordar aquellas épocas en que la desarrolladora asiática era líder del mercado con su saga “Winning Eleven”. Muchos de la generación de los 90 crecimos jugando este juego en Play Station, y nos daba lo mismo que estuviera en un idioma inentendible o que no tuviera las licencias de todos los equipos, pues en esa época Konami priorizaba lo realmente importante: la experiencia del consumidor.
Sin embargo, con el crecimiento de la competencia y el pasar de los años, esta empresa intentó innovar de una forma bruta y absurda. En cada lanzamiento cambiaba totalmente la forma de juego, creando nuevas palabras solo para definir acciones más complejas y aburridas que uno debía intentar con el mando.
Así, sin tener un rumbo certero sobre hacia dónde dirigir su estrategia, en los últimos años las ventas mundiales de PES fueron de 550.000, en comparación con los 12,2 millones de FIFA. Este año, Konami ha vuelto a reiniciar todo para lanzar un juego gratuito que lo único que ha generado han sido críticas y memes en las redes sociales, siendo a la fecha el juego con peor calificación en la historia de Steam. ‘Influencers’, periodistas, analistas y –aún más importante– los jugadores fieles a la franquicia han presentado quejas a este lanzamiento, que obligó a la empresa a sacar un comunicado pidiendo disculpas y prometiendo mejoras.
Este no es el primer caso de un líder en el mercado que cae ante la competencia, pero sí un caso muy triste de cómo una empresa, por querer innovar aceleradamente y sin escuchar a sus consumidores, cae en desesperación y se hunde sola.
Es cierto que todo cambio genera riesgos y que, para las empresas, estos vienen con un temor particular comprensible. También es normal que, como director o dueño de un negocio, uno quiera mantenerse a la vanguardia. No obstante, todo proceso de innovación debe caminar de la mano de una evaluación previa.
No se trata de lanzar un nuevo producto o una actualización porque sí o porque a la competencia le va bien cuando lo hace. Más bien, se debe identificar aquello que hace a uno diferente y que el público valora. Porque es a partir de eso que se pueden generar contenidos que den un valor real a cada producto.