Cambio de mando en Washington
Nicolás Terradas
En mi opinión, el evento mundial que marcó el 2024 de manera más profunda fue la victoria electoral de Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos. A pesar de ser un fenómeno esencialmente de corte doméstico, las elecciones presidenciales estadounidenses tienen un impacto verdaderamente global.
Para bien o para mal, dependiendo del punto de vista desde el que lo miremos, el tono, la ideología, las estrategias y la visión del mundo de quienes ocupan la Casa Blanca por –al menos– cuatro años impacta indefectiblemente en el rumbo general de la política y economía internacionales, dado su enorme peso geopolítico en la relación con sus aliados, sus vecinos y sus rivales.
La reelección de Trump representa mucho más que un cambio de dirigencia política en Washington. Más allá de la persona, del político y del personaje, la victoria de Trump representa un sentimiento más generalizado de muchas personas (dentro y fuera de Estados Unidos), caracterizado por una profunda frustración con “el sistema”, con los inalcanzados objetivos y promesas de redistribución económica y progreso general, y con las injusticias sociales del capitalismo en tanto sistema económico, político y social. Las consecuencias de estas elecciones estadounidenses serán recién percibidas con mayor claridad con el devenir de los próximos años y podremos recién ahí corroborar o no mi elección particular del caso.
En este contexto, entonces, y en ausencia de una bola de cristal o ‘palantir’, que el evento mundial que muy posiblemente marcará el 2025 (y demás años venideros) será, no uno, sino una serie de minieventos como consecuencia directa del cambio de visión estratégica en Washington. Es altamente probable que Estados Unidos se retire de la OTAN, o al menos que minimice su participación y liderazgo en ella. Esto llevaría a un punto tenso de inflexión en la UE, la que se vería forzada a llenar ese vacío de liderazgo en lo respectivo a la seguridad de Europa. La otra pieza de dominó que caería en secuencia sería la rusa, con una potencial repetición del tipo de agresión practicada contra Ucrania, pero en otros países, como Georgia, Moldavia o Azerbaiyán, entre otros.
Internacionalista y profesor en la UPC y la PUCP
Francesco Tucci
La caída inesperada y repentina del autócrata Bashar al Asad en Siria, el 8 de diciembre, marcó un hito significativo en la política internacional del 2024. Este evento puso fin a más de medio siglo de dominio familiar en Siria, además de desestabilizar el equilibrio de poder en el Medio Oriente. La rápida ofensiva de los rebeldes, liderados por la organización islamista suní Hayat Tahrir al Sham, culminó con la captura de Damasco, lo que llevó a Al Asad a huir a Rusia en busca de asilo.
Este colapso del régimen sirio podría representar un golpe para Vladimir Putin, que había apostado por mantenerlo como aliado estratégico regional, considerando el puerto de Tartus –único en el Mar Mediterráneo utilizado por la Armada Rusa–, además de la presencia de otros ‘assets’ rusos en el país medioriental.
La caída de Al Asad no solo simboliza el fin de una era de represión, sino que también abre la puerta a nuevas dinámicas políticas nacionales e internacionales caracterizadas ahora por una gran incertidumbre.
Mirando hacia el futuro, el 2025 podría estar marcado por el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Tras su victoria electoral el pasado noviembre, Trump se perfila como el líder que redefinirá la política exterior estadounidense y su enfoque hacia Irán y la Federación de Rusia. Su administración promete aumentar la presión sobre Teherán y terminar, lo más rápido posible, con la guerra en Ucrania; sin embargo, todavía no se ha desvelado el plan de paz y muchos especialistas temen unas negociaciones que podrían favorecer a Moscú. Además, el próximo mandatario estadounidense parece intencionado en retomar con mayor fuerza la guerra comercial con China, agudizando las tensiones ya existentes entre las dos potencias.
Así, mientras el 2024 cierra con la caída de un dictador y la reconfiguración del poder en Siria, el 2025 se vislumbra como un año donde las decisiones que serán tomadas en Washington tendrán repercusiones globales significativas.