Renuncie, señora Vásquez.
Usted tiene trayectoria y carece de prontuario, practica formas democráticas, modales afables y se expresa muy bien. También presidió correctamente el Congreso en circunstancias especialmente críticas. Es, pues, señora presidenta del Consejo de Ministros, un activo político de la izquierda democrática que tiene arraigo entre sus simpatizantes.
No obstante, le ofrezco mis observaciones y contrástelas con sus vivencias en el cargo. Hable con el pollo, con la gasolina y con el dólar, y siga tres principios del arte de gobernar: la primacía de la realidad, la incapacidad material y la progresión en la gestión. Seguramente, ahora usted ya entiende que, en el arte de gobernar, siempre hay que priorizar escogiendo caminos y políticas públicas que garanticen resultados visibles y medibles en favor de la población.
Mientras parte del Gabinete apuesta por la sensatez, otra esquiva serias acusaciones o despilfarra oportunidades o siembra y explota minas llevándose por delante vidas, hogares humildes, estómagos vacíos y esperanzas languidecientes. Esas minas son las reformas radicales que las mayorías no deseamos porque son perjudiciales, porque no solucionan problemas y, más bien, los ahondan.
Así, nuestra política se arrastra en campos minados gracias también, entre otros tantos actuantes, a un expresidente que sigue moviéndose ágilmente entre pantanos. También lamento observar a políticos petulantes y costosos, cuando no ladrones o violentistas, que gozan de impunidad y protección.
Muy variados frentes le enrostran al Gobierno practicar un doble discurso. Más bien, yo observo discursos políticamente bipolares. Su mensaje procurando la confianza fue un esfuerzo estéril por evitar las contradicciones y se entrampó. Asimismo, pergeñó algunas políticas y medidas sin aclarar cómo lograrlas y financiarlas, obviando, por cierto, puntuales y potentes reformas para modernizar el país, conectándolo a un mundo cada vez más competitivo.
En adición, observo lo siguiente:
1. Preside un Gabinete con ministros que le fueron impuestos, contraviniendo la Constitución, porque usted debió proponérselos al presidente y acordar con él.
2. El presidente carece de mayoría parlamentaria para imponer su indisimulado radicalismo y si no forma gobierno con suficientes bancadas o con su expresa anuencia, cualquier intento suyo es un imposible fáctico aun cuando ofrezca diálogo democrático respecto de propuestas radicales y contraproducentes.
3. ¿Cómo pretende combatir la corrupción y la violencia acompañada de ministros sospechosos de serias acusaciones imposibles de ocultar?
4. El presidente exhibió habilidades gremiales cuando fue dirigente magisterial, pero continuó inexcusablemente así. Sigue agitando a violentistas y no termina de comprender qué es ser un jefe de Estado, conducta que contraviene su obligación constitucional.
Corren los días y seguimos retrocediendo, desterrando peruanos, dilapidando reservas, sepultando empleos, castrando juventudes y esperanzas ante el incremento del hambre, del costo de vida, de la inseguridad y del narcotráfico, principalmente.
Así, usted preside un Gabinete de mecha corta impedido de obtener logros porque seguirá oficiando de equilibrista sin protección real y de bombera sin agua, ya que el presidente, parte del oficialismo y amenazantes afines siguen rociando de gasolina todo el país con sus rodantes camiones cisterna. Ellos son una fuente insaciable e impune de conflictos y sus motivaciones resultan tan evidentes como dañinas. Su gentil actuación sigue siendo un costoso pasar para el país y un penoso trato para usted.
Quien detenta su cargo tiene mandato y poder para concordar, articular y ejecutar políticas. Pero cuando recibe petardos desde los balcones extremistas, puede ejercer el mayor de los poderes ministeriales: el de marcar la cancha con una renuncia motivada.
Señora Vásquez, precipite una definición del presidente, que escoja entre el estrenado sombrero y el precio del pollo, entre Evo y la erradicación de la coca, entre ser jefe de Estado o padrino de amigotes. De continuar así, el país no podrá ni gatear. Renuncie usted por los pobres que dice el Gobierno defender y por la deuda ya adquirida con el país.