No hay duda de que el cambio de Gabinete trajo una buena noticia: la salida de Guido Bellido. El ex primer ministro pedía la renuncia de ministros, amenazaba a las empresas e incluso desafiaba, en quechua, al propio presidente de la República (“si tiene miedo, entonces estamos mal”, dijo).
Mirtha Vásquez, la actual presidenta del Consejo de Ministros es, en ese sentido, un buen cambio.
Bellido había planteado renegociar el contrato del gas de Camisea con la pistola sobre la mesa. Si no le hacían caso sobre el reparto de utilidades, amenazaba, “optaremos por la recuperación o nacionalización de nuestro yacimiento”.
La ministra Vásquez trata de poner paños fríos. “Cuando las condiciones varían, con contratos de tantos años, hay situaciones en que los recursos se podrían aprovechar mejor y habría que entrar en diálogo y renegociación”, ha dicho en una entrevista en TV Perú.
“Mucha gente piensa que porque yo he defendido temas ambientales soy antiminera. Yo lo que planteaba es que se trata de decirles a las empresas que tienen que trabajar responsablemente”, explicó.
Declarativamente, por lo menos, la ministra se adhiere a lo que dijo el presidente Castillo en su gira internacional. “No debe haber prejuicios, sostuvo, que hagan dudar de que la economía puede seguir girando sobre actividades como estas [la minería]”.
En Washington, el presidente Castillo había mostrado una faceta desconocida. “No hemos venido a ahuyentar [a] los capitales, las inversiones; vamos a invertir al Perú con confianza, sin dudas y sin temores”, dijo.
Vásquez se pone en esta línea. No es, por cierto, una línea política, sino una línea declarativa que se hace en este momento de alza de precios, de devaluación precipitada y caída de la inversión.
Recuperar la confianza de los inversionistas no requerirá, por supuesto, de palabras. Requerirá de acciones y señales efectivas.
El cambio de ministros no hace una gran diferencia. Castillo puede decir lo que quiera ante la Cámara de Comercio Americana del Perú (AmCham), pero mientras mantenga su posición sobre la asamblea constituyente, no moverá un dólar del extranjero hacia el Perú.
No sabemos lo que pasará con el proyecto de la asamblea constituyente. Sabemos, en cambio, que basta que el Gobierno sostenga ese proyecto para que ningún inversionista piense en el Perú.
Las designaciones del ministro del Interior y del ministro de Educación son también ejemplos de que el gobierno de Castillo no cambia en esencia.
Hace solo una semana, el nuevo ministro del Interior, Luis Roberto Barranzuela, azuzaba a los cocaleros en un congreso organizado por Guillermo Bermejo. Se manifestaba a favor de suspender la erradicación de los cultivos ilegales de hoja de coca.
Cuando fue policía, Barranzuela tuvo 158 sanciones. Asimismo, fue abogado de Vladimir Cerrón, Guido Bellido y el partido Perú Libre hasta el día previo a su designación.
Por su lado, el ministro de Educación, Carlos Gallardo, pertenece a la Fenatep, gremio magisterial derivado del prosenderista Conare, y se opone a la Ley de Carrera Pública Magisterial y las evaluaciones a los profesores.
Solo estas designaciones echan por tierra todo intento de generar “confianza, sin dudas y sin temores”.
Aunque la salida de Bellido por sí sola deja pasar nuevos aires, no hay ninguna ilusión que hacerse. Son aires, nada más.