Datum reveló que 92% de peruanos no tiene idea sobre la realización de la COP 20, y los limeños están en las mismas.
El alto porcentaje de “desconocedores” refleja la ineficiente estrategia para publicitar la importante cumbre global del clima, que le costará al Perú U$77,6 millones. ¿Las antiguas formas de comunicación de Lima, como campanas y pregones, podrían haber resultado mejor? ¡De hecho!
Poco después de la fundación de nuestra capital, Francisco Pizarro encargó vaciar la primera campana. Esta fue colocada en la Catedral y se le llamó la “marquesita”, por el título conferido al conquistador. Las muchas iglesias posteriores con sus campanarios desarrollaron un verdadero lenguaje que resultó eficiente comunicando el estado de las cosas: emergencias, misas, funerales, etc., (cada ocasión tenía un determinado repique).
Hoy un unánime repiquetear de las campanas limeñas –pese al ruido– despertaría al menos la curiosidad de la gente. Esta “campaña alternativa”, incluiría también pregones.
La figura del pregonero nació en el Perú con la Lima española, pero recién en el siglo diecinueve la agitada capital vio adaptarse ese oficio a aquellos nuevos tiempos.
El pregón utilizado originalmente para difundir noticias, edictos, leyes, fue adoptado exitosamente por los vendedores y vendedoras de postres, leche, emoliente, tamales, entre otros. Sus voces eran el latir callejero y el reloj de todos. Para los marketeros hoy serían los mejores “impulsadores”.
Ricardo Palma, en “Con días y ollas venceremos”, cuenta que “casas había en que para saber la hora no se consultaba reloj, sino el pregón de los vendedores ambulantes”.
A punto de arrancar la COP 20 ejércitos de pregoneros deberían ir por Lima, a viva voz, con algo como: “¡A baja’ emisiones pué! ¡porque el mundo se va a calentá’! ¡si no hay acuerdito! ¡todo estamo’ frito! ¡Vamo’ COOOOP e’ Limaaaaa!”.
El ministro del Ambiente, Manuel Pulgar, creyó que él era la COP 20 y publicitó más su imagen que la reunión. No hubo un mensaje central, tipo: “Del 1 al 12 de diciembre se reunirán en Lima representantes de 195 países. Se espera lograr un borrador que en la COP 21 (París, 2015) lleve a un acuerdo internacional vinculante para enfrentar el cambio climático que amenaza a los ecosistemas, la flora, la fauna, la agricultura, el abastecimiento de agua, y al mundo tal y como lo conocemos”. Punto, nada más.
Primó la sancocho-huacha-zalamería y los mensajes confusos según el auditorio.
Al empresariado: “Se posicionará al país como polo de inversiones verdes”. Para satisfacer a la primera dama: “Cambio climático e inclusión social”. A la población: mensajes dispersos y consignas tipo: “Todos somos COP”. ¿Eso significa algo? ¿Resultado? 92% no sabe de qué se trata, cunde el desinterés y el escepticismo.
Suenen campanas y pregones: nuestro país es el tercero más vulnerable al cambio climático. Suerte, ministro Pulgar, con una reunión que, todo indica, saldrá mal. Esperemos equivocarnos por el bien del país, y de usted.
COP DESAPERCIBIDAPocos saben sobre el importante encuentro— La encuestadora Datum reveló que solo 8% sabía de la COP 20. De estos solo 16% supo que era un encuentro sobre cambio climático. La cita se instituyó en 1994 con el objetivo de reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
LA SEDESan Borja albergará a visitantes— Costó US$54 millones la construcción de las instalaciones para la sede de la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en el Cuartel General del Ejército del Perú.