El presidente Humala cree que los medios de comunicación no deben propalar el contenido de correos electrónicos cuando estos son obtenidos subrepticiamente. El presidente Humala se equivoca, y mucho, sobre la tarea de los medios.
El presidente recordó que hay gente que se dedica a estas interceptaciones “y también todos los medios de comunicación que se dedican a propalar esto”.
“Eso me parece mal, agregó, me parece que debemos todos unirnos a rechazar [sic] este tipo de prácticas”. No quedó claro si el rechazo al que convoca se refiere tanto al interceptador como al medio que divulga la información.
El presidente debe aclarar exactamente hasta dónde llega su disgusto con los medios. Sobre todo porque recomienda la cárcel para quienes se dedican a “este tipo de actividad”.
¿Se refiere solo a la interceptación o a la interceptación y la divulgación?
Podemos darle el beneficio de la duda al jefe del Estado. Los interceptadores tienen una sanción, los periodistas no. Al contrario, nuestra obligación es propalar cualquier información que sea de interés público, venga de donde venga.
Quizá el presidente Humala entienda el derecho y el deber de la prensa con un ejemplo. Imaginemos que hay un correo electrónico en el que se confirma fehacientemente un hecho delictivo, como un soborno, por ejemplo.
Si los medios no tuvieran derecho a propalar esa información, jamás podríamos enterarnos del aprovechamiento ilícito del poder. Más aun, el presidente Humala debería recordar nuestra historia reciente.
Lo que inició la deslegitimación del régimen fujimorista, y finalmente su caída, fue la propalación, por Canal N, de un video que atestiguaba un soborno. El video fue obtenido a través de un acto ilícito y la grabación, a su vez, era ilícita. La propagación, sin embargo, no lo fue ni lo será nunca.
Si criticamos al medio por propalar un video robado, nos ponemos del lado de la corrupción. Yo no creo que el presidente Humala esté de ese lado. Quiero hacerle ver que, sin embargo, su posición sobre los medios lo lleva a ese lado.
No, señor Humala, no está mal que los medios reproduzcan mensajes de este tipo. No solo no está mal, sino que está bien. Los periodistas deben dar a conocer los hechos que son de interés público.
Eso no quiere decir que sea bueno interceptar las comunicaciones. Tampoco quiere decir que avalemos o promovamos esas interceptaciones.
El periodista, simplemente, no es un agente del gobierno de turno. No tiene el deber de ocultar la información, sino de revelarla. Aun cuando la información tenga un origen ilegítimo, debe publicarla si es de interés público. No hay, pues, que amarrarle las manos a los medios. Ni judicial ni moralmente.
El presidente Humala, por supuesto, es dueño de sus opiniones y de sus valores en relación a la prensa. Por el mandato que tiene, sin embargo, tendrá que respetar lo que dice el derecho y lo que exigimos los ciudadanos en esta materia.
Ojalá tenga oportunidad de aclarar lo que quiso decir con esas expresiones.