La autoestima de un país impacta en el crecimiento económico. La inversión y el consumo también se correlacionan con el sentimiento que la población tiene respecto al país. Se invierte en un país que se quiere. Se estudia en un país donde se ve futuro. Se compran productos para apoyar a la industria nacional siempre que sean de calidad para contribuir a su desarrollo. ¿Cómo está la autoestima del Perú y cuánto apego hay por el país? La reciente encuesta de Datum y El Comercio sobre peruanidad nos deja algunas reflexiones al respecto.
La autoestima de un país es el amor que le tiene su población, identifica los defectos y no le da vergüenza reconocerlos. En otras palabras, valora lo que tiene. Los peruanos reconocen la alta calidad de la gastronomía, los atractivos turísticos y los textiles. La bandera peruana es el símbolo que refleja esa identidad. Sin embargo, también critican la baja calidad del transporte y la infraestructura, sienten vergüenza del Congreso, el Gobierno y los partidos políticos, y no se sienten representados por ninguna institución.
La carencia de referentes y la crisis política también impactan en la autopercepción de la ciudadanía. El conformismo y la corrupción serían los principales defectos de los peruanos, lo que denota cierto nivel de cuestionamiento y responsabilidad sobre la situación actual del país. Si bien se valora la capacidad de trabajo y emprendimiento de los peruanos, estos están relacionados al día a día de las personas, como un esfuerzo individual de salir adelante, y no llegan a reflejar un orgullo colectivo ni valores sociales.
El sentido de peruanidad se diluye. Crece el porcentaje de gente que preferiría nacer en otro país si volviera a hacerlo. Resulta preocupante que este sentimiento esté más acentuado en los jóvenes que entre la población adulta (31% vs. 17%), lo que reflejaría la incertidumbre respecto del futuro y las pocas expectativas de mejora con relación a los problemas que enfrenta el país. Y, dado que no se puede volver a nacer, crece el deseo de migrar y se deja de luchar por aquello que ya no se quiere.
El diagnóstico es crítico. Seguir en piloto automático y no hacer nada agudizaría el problema. Sin embargo, el entendimiento de lo que hoy da sentido de peruanidad puede ser una oportunidad y marcar las bases para reforzar el sentimiento hacia el país. Promocionar íconos culturales siempre es bueno, pero insuficiente si se quiere impactar en el sentimiento de orgullo y pertenencia hacia el Perú. También es necesario fomentar una cultura de innovación y emprendimiento que promueva la confianza en las capacidades propias para enfrentar desafíos y generar cambios positivos. Al apoyar el espíritu empresarial y la creatividad, atributos ya valorados en los peruanos, es posible cultivar un sentido de autoconfianza y determinación que impulse el desarrollo económico y social.
Reconocer los logros y virtudes del país es fundamental, pero también lo es enfrentar críticamente los desafíos y defectos que aún persisten. A estos esfuerzos se debe sumar el compromiso de líderes políticos e instituciones por trabajar en recuperar la credibilidad de la población, luchando contra la corrupción, impulsando políticas transparentes orientadas al bienestar de todos los ciudadanos. No se soluciona con elecciones ni cambios de autoridades, pues el deterioro ha continuado. En la medida en que se reconozca y analice esta problemática, se podrán realizar cambios estructurales.
El resultado de estas acciones se vería reflejado en una mejora en la autoestima del país, una condición necesaria para impulsar el sentido de pertenencia y orgullo colectivo. Es claro que la recuperación de la confianza y el amor por el Perú son el ingrediente clave para el crecimiento y la recuperación de la economía.