“No he sido tan buena en matemática y por eso los números no me preocupan”, ha dicho la presidenta Dina Boluarte, el viernes, en Carabayllo. Lo dijo en tono sarcástico pero revelador. La mandataria quería decir que no le interesan las encuestas. Estas le dan 3% de aprobación.
No le interesan, pero le incomodan. Tanto le incomodan, que inventó que las encuestadoras le dijeron: “Pero dennos alguito, pues; le podemos subir dos puntos”.
Si alguien se acerca a pedir un soborno, debe ser denunciado. Dina Boluarte no ha hecho ninguna denuncia al respecto. Si la afirmación es verdadera, ha perpetrado un encubrimiento.
“Pónganme cero cero, así estamos empatados y nos vamos a penales”, dijo. “Poner cero cero” es una alusión al colegio, no al fútbol.
¿Quiere ir a penales con las encuestadoras? ¿No era que no le interesaban? ¿No era que le pedían sobornos?
“No estamos trabajando para ser artistas de Hollywood, estamos trabajando para poder disminuir la pobreza”. Usar relojes Rolex y someterse a cirugías estéticas indican, precisamente, una aspiración hollywoodense.
Los números no le preocupan. Y no solo los de las encuestas, también los de la economía y los del país. Eso, más allá de cualquier sarcasmo, es gravísimo.
El presidente del BCR, Julio Velarde, ha advertido que el déficit fiscal llegó en noviembre a 3,9% del PBI. Es el más alto desde 1992. Este es el récord de un gobierno comandado por alguien a quien los números ni preocupan ni interesan. La perspectiva es muy mala. El Ministerio de Economía y Finanzas está manejado por alguien a quien no le interesa cumplir la regla fiscal.
El Congreso aprobó un presupuesto desfinanciado. Contiene decenas de disposiciones que no cuentan con una cuantificación de costos. Tampoco identifica las fuentes de financiamiento, según el Consejo Fiscal.
El Congreso funciona como un tramitador de lobbies que generan gasto. No responde ante nadie, porque al Ejecutivo no le preocupan los números, ni el futuro.
El país tiene buenas perspectivas de crecimiento. Eso se irá al tacho si no se corta el déficit. El presupuesto del 2025 no solo no lo logrará, sino que asegura su desfinanciamiento.
El déficit no se puede sostener. Conduce en última instancia a la inflación o a la deuda. Ambas aumentan la pobreza.
Los peruanos hacen crecer la economía. El Gobierno la destruye. No es un empate, es una derrota. Por goleada.