Aunque la vacuna del COVID-19 está a la vuelta de la esquina y las economías latinoamericanas muy probablemente comenzarán a recuperarse en 2021, la región enfrenta una cruda realidad: casi la mitad de los niños en algunas de sus regiones más pobres han abandonado la escuela desde el comienzo del pandemia.
Es un problema que está afectando a América Latina más que otras partes del mundo, segun nuevos estudios. Y podría producir un aumento en la pobreza, inequidad y migración masiva, así como una mayor disminución de la competitividad de la región, a menos que se tomen medidas urgentes.
Un estudio publicado esta semana por el grupo no gubernamental Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad dice que el 45% de los niños en las comunidades más pobres del estado de Chiapas en el sur de Mexico han abandonado sus estudios desde el inicio de la pandemia.
El estudio citó la falta de computadoras, teléfonos celulares, acceso a Internet y la ausencia de supervisión adulta como algunas de las principales razones de la tasa de deserción masiva. Y el informe, basado en datos oficiales, es consistente con lo que dicen las organizaciones internacionales.
Un nuevo estudio del Banco Mundial advierte que América Latina enfrenta una “catástrofe de desigualdad” por esta crisis educativa. Incluso los niños que han estudiado de forma remota durante la pandemia están rezagados con respecto a sus contrapartes en otras partes del mundo.
El número de escolares latinoamericanos que sufren de pobreza educativa o “pobreza de aprendizaje” –como se refiere el Banco Mundial a los niños de 10 años que no pueden leer ni entender un texto básico– aumentó de 33,6 millones a 41,2 millones desde que empezó la pandemia, según el estudio.
“Ha habido un aumento mayor de la pobreza de aprendizaje en América Latina que en casi todas las demás partes del mundo”, me dijo Jaime Saavedra, director del departamento de educación del Banco Mundial. “Estamos muy preocupados, porque América Latina ya tenía una crisis educativa antes de la pandemia, que ahora se ha agravado muchísimo más”.
Cuando le pregunté por qué la comprensión de lectura de los niños ha caído más en América Latina que en otras partes, Saavedra me dijo que no se debe solo a la escasez de computadoras para la educación a distancia.
Gran parte del declive en el aprendizaje de los niños tuvo que ver con el hecho de que, especialmente en América del Sur, la pandemia comenzó al iniciarse el año escolar, y varios paises cerraron las escuelas de marzo a diciembre. En comparación, en Estados Unidos y otras partes del hemisferio norte, parte de la pandemia coincidió con los tres meses de vacaciones de verano, por lo que las escuelas estuvieron cerradas menos tiempo.
“Cada semana que pasa sin que los niños vayan a la escuela es una pérdida enorme que será difícil de recuperar”, me dijo Saavedra. Si bien el aprendizaje a distancia es la onda del futuro y está mejorando todo el tiempo, al menos algo de aprendizaje presencial es fundamental, agregó.
Cuando le pregunté a Saavedra y a otros expertos qué hay que hacer, la mayoría me dijo que que los países sudamericanos que tienen vacaciones de verano en los próximos meses deberían abolirlas y reabrir sus escuelas en lugares que no sean puntos críticos de COVID-19. Y las escuelas deberían partir las clases en varios turnos por día, para tener menos alumnos por aula.
La buena noticia es que la pandemia ha obligado a muchos docentes latinoamericanos a ponerse al día con la tecnología de aprendizaje remoto, lo que ayudará a la región a reducir la brecha digital. Pero se necesita un sentido de urgencia mucho mayor, o América Latina se quedará aun más atrás de los países asiáticos en su capacidad para competir en una economía cada vez más basada en el conocimiento.
Si no se hace nada, la catástrofe educativa del COVID-19 condenará a Latinoamerica a un atraso aún mayor al actual.
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