

Todos los elementos de este escándalo son impresionantes. Aunque la administración de Donald Trump quiera ponerle paños fríos a un error estratosféricamente garrafal, lo que ha revelado esta semana la revista “The Atlantic” es serio, peligroso y muy torpe.
Para resumir, el editor jefe de “The Atlantic”, Jeffrey Goldberg, escribió un artículo donde cuenta cómo el propio asesor de Seguridad Nacional, Michael Waltz, lo agregó a un chat del servicio de mensajería Signal en el que estaban los más altos mandos de la inteligencia estadounidense, incluyendo el secretario de Defensa, Pete Hegseth; el secretario de Estado, Marco Rubio; y el vicepresidente, J. D. Vance.
El chat era para informar y coordinar los bombardeos sobre objetivos hutíes en Yemen, realizados el pasado 15 de marzo. Un asunto extremadamente delicado, pues en la conversación se informó sobre los detalles del ataque, la hora y minutos exactos, los armamentos y los aviones a utilizar.
La primera pregunta obvia es cómo un periodista de alto nivel –que no es precisamente pro-Trump– terminó en esta cadena de mensajes. Y la segunda pregunta, más obvia aún, es cómo una información de este calibre termina en un chat comercial como Signal, que tendrá más elementos de protección a la privacidad que WhatsApp, pero es, en esencia, lo mismo.
¿Xi Jinping y la cúpula de la inteligencia china tendrán un grupo en WeChat donde hablan sobre sus objetivos estratégicos en Taiwán? ¿Vladimir Putin y sus comandantes generales se escriben en Telegram para decir qué posición ucraniana atacarán?
Aunque esta noticia parezca inverosímil y salida de un meme, lo real es que esta exposición ha podido poner en riesgo la vida de los militares estadounidenses involucrados en la operación. Si ninguno de los altos mandos que participaron en el chat se dieron cuenta que tenían un periodista entre los miembros del grupo, tampoco se percataron si había otro desconocido que podía filtrar los detalles. Quizá pudieron consultar antes con cualquiera de los billonarios de las empresas tecnológicas, empezando por Elon Musk, convertidos ahora en MAGA.
Porque no solo se trata del ataque en Yemen. Sin duda debe haber más grupos de chat donde se ha compartido información concerniente a la seguridad nacional y global. Todo un deleite para los hackers y espías.
La indignación entre ex mandos militares y veteranos de guerra es comprensible. Sin embargo, los responsables de esto siguen minimizando el escándalo y señalando que no se publicó ninguna información clasificada, cuando sí la hubo. Trump ya dijo que se trata de una “caza de brujas”. Veremos si dice lo mismo cuando alguna organización terrorista se infiltre fácilmente en alguna otra operación militar estadounidense.