Cuando le pregunté al presidente de Colombia, Iván Duque, sobre la ayuda internacional que recibió para ayudar a pagar el costo de recibir a 1,8 millones de venezolanos que han huido de Venezuela hacia su país, se cuidó mucho de no llamarlo un escándalo internacional. Pero eso es exactamente lo que es.
Fíjense: ya hay casi tantos refugiados venezolanos como refugiados sirios, pero mientras que la comunidad internacional ha donado un promedio de US$2.000 por refugiado sirio, solo ha dado US$200 por refugiado venezolano, me dijo Duque en una entrevista esta semana.
“En Siria se vio una gran movilización de recursos de la comunidad donante internacional”, me dijo Duque. En la crisis de refugiados venezolanos no pasó lo mismo, y Colombia ha tenido que pagar “más del 90%” de los costos, agregó.
Duque anunció a principios de mes que legalizará a un millón de refugiados venezolanos, lo que llevará a 1,8 millones el número total de migrantes venezolanos legalizados en Colombia. Esto significa que la gran mayoría de los refugiados venezolanos en Colombia podrán obtener mejores trabajos y tener un acceso más fácil a los servicios de salud y educación.
Ahora que los refugiados venezolanos están legalizados, podrán ser más fácilmente contabilizados, y “sabremos exactamente quiénes son, dónde viven, en qué condiciones viven”, me dijo Duque. Eso le dará a Colombia “mucha más capacidad de convocar a la comunidad internacional, empezando por algo elemental, que la comunidad internacional también nos ayude al proceso de vacunación de estos migrantes”, agregó.
“Mientras que en muchos países se ve la xenofobia a la negación de estos fenómenos (migratorios), Colombia, sin ser un país rico, está mostrando que se puede hacer una política migratoria coherente, congruente, responsable, humanitaria y sobre todo inteligente”, me dijo Duque.
Las cifras de Duque, comparando la ayuda externa a los refugiados sirios y venezolanos, son parecidas a las que dio a conocer la Organización de Estados Americanos (OEA) en el 2019. Desde entonces, la ayuda internacional a los refugiados sirios y venezolanos ha aumentado, pero la brecha entre los dos grupos sigue siendo enorme.
Según me dice Dany Bahar, el economista internacional de Brookings Institution, quien ha escrito varios estudios sobre los refugiados venezolanos, la cifra actualizada de la ayuda internacional es de US$3.000 por refugiado sirio, y US$800 por refugiado venezolano.
“En otras palabras, los refugiados sirios han recibido más de tres veces más que los migrantes venezolanos”, me dijo Bahar. “Y la cifra de migrantes venezolanos incluye fondos prometidos, pero aún no desembolsados”.
Y es probable que el éxodo venezolano pronto sea mayor que el de Siria, agregó Bahar. La diáspora venezolana de 5,4 millones de migrantes ya es casi tan grande como la de los refugiados sirios, y la cantidad de refugiados venezolanos puede llegar pronto a unos 8 millones, me dijo Bahar.
Es cierto que, a diferencia de lo que pasó con la crisis de los refugiados sirios, la pandemia de COVID-19 desvió la atención mundial de la crisis de los refugiados venezolanos. Sin embargo, es escandaloso que la comunidad internacional haya donado tres veces más a los refugiados sirios que a los venezolanos.
El expresidente Donald Trump, que pretendía ser un duro crítico de la dictadura de Venezuela para ganar votos en casa, ni siquiera le dio el Estatus de Protección Temporal (TPS) a los refugiados venezolanos, y solo dio recursos limitados a los países latinoamericanos que los aceptaban.
El presidente Joe Biden debería emular el esfuerzo de Colombia. Biden debería cumplir su promesa de campaña de otorgar el estatus de TPS a los refugiados venezolanos en Estados Unidos, y brindarle ayuda a Colombia y otros países que están absorbiendo la mayor parte de la diáspora venezolana. Y tendría que redoblar los esfuerzos por restaurar la democracia en Venezuela, para que esta crisis de refugiados no aumente aún más.
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