Yonhy Lescano tiene muchas chances de llegar a la segunda vuelta electoral. Cuando hace un mes, un programa televisivo me preguntaba si algún candidato presidencial aún podía “dar la sorpresa”, mencioné a Lescano por el bajo antivoto que presentaba en comparación con otros punteros y por la incipiente alza que mostraba en el centro y sur del país.
Ahora que aparece en segundo lugar en la encuesta de El Comercio-Ipsos, empezarán a llamarlo el ‘outsider’. Pero con casi 20 años de vida en el Congreso, Lescano no es un forastero. Es un ‘insider’. Cosecha orgánica de nuestra clase política. Si metemos en una licuadora a Mauricio Mulder, ‘Vitocho’ García Belaunde y Marco Arana, nos sale un tupido extracto de Yonhy.
Pero, a diferencia de sus excompañeros de curules, Lescano se ha preservado un tantito más. Ha esquivado los tomates que durante los últimos años volaban como proyectiles al estrado de Acción Popular. Mientras tanto, los Merino y Burga recibían los no tan metafóricos puñetazos de la población, y los Diez Canseco y Barnechea coleccionaban la indiferencia de quienes ya no estaban dispuestos a invitarles ni un chicharrón.
Agazapado, Lescano se fue guardando para la contienda del 2021, como un vegetal en conserva. Pero al abrir la lata, quizá más de un elector note que hay más de conserva que de fruta.
Recordemos, pues, que Lescano fue el autor de iniciativas legislativas que tranquilamente podrían haber sido firmadas por el ultraconservador Rafael López Aliaga. Por ejemplo, el proyecto de las cunas de abandono (mal llamadas “salvadoras”), donde las mujeres víctimas de embarazos no deseados dejarían anónimamente a los recién nacidos. Un proyecto vituperado por casi todos los frentes, desde el Ministerio de Salud y la Unicef hasta las organizaciones de defensa de los derechos de la mujer, que criticaban que esta iniciativa postergue la discusión de fondo sobre la despenalización del aborto. Por supuesto, Lescano ni siquiera admite el aborto para casos de violación. Más bien, mostró su extrema cercanía con el siguiente enunciado “El aborto debe estar prohibido para todos los casos”, cuando la revista “Caretas” le pidió responder el “Test de Orientaciones Políticas, Económicas y Sociales (Topes)” elaborado por Alfredo Torres de Ipsos.
El acciopopulista también fue el autor del proyecto de ley que prohibía la difusión de cualquier tipo de contenido pornográfico en Internet. No sabemos qué clases de educación sexual recibió Yonhy ni qué tipo de páginas visita para considerar que la pornografía “representa una afectación a la salud mental de las personas”, pero le recomendamos no tipear ‘autoasfixia erótica’ en Google.
También presentó una propuesta legislativa para eliminar el currículo escolar que recogía el enfoque de género, justificándose en que “gran parte de la población es heterosexual y cristiana”.
Lescano tampoco apuesta por el matrimonio igualitario. Habla de la unión civil, pero su plan de gobierno no contempla una sola palabra sobre el tema. De hecho, nada tiene sobre protección de derechos civiles.
Si algo podemos reconocer, entonces, es que Yonhy Lescano es un auténtico conservador. No una variante impostada por conveniencia electoral, sino uno de cepa.
Y no debería causar sorpresa. Resultaría insólito que Lescano perdure tanto tiempo en el corazón de lo más rancio de la política peruana sin ser, en realidad, un órgano vital de dicho cuerpo. Como también extraño sería esperar un verdadero cambio en los ámbitos político o económico, de parte de quien tan cómodamente ha convivido con el statu quo.
Habremos de presagiar, pues, que, si no vemos con frecuencia a ‘Vitochos’, Merinos, Diez Cansecos y Barnecheas, no es porque la lampa los haya enterrado. Solo los ha puesto en conserva.