Es tiempo de votaciones no solo para el sillón municipal sino también en la Videna. En estas elecciones también hay candidatos tachados, mudos, doctores y también hay delirios por reelección. Aquí no se eligen alcaldes sino presidentes con instinto de emperadores eternos. Para octubre deberían programarse las elecciones en la Federación Peruana de Fútbol. Una campaña sin corredores azules, pero sí con un candidato eterno que corre solo. Digamos que estas “otras” elecciones no han comenzado y ya hemos perdido todos. No solo porque no tenemos ni voz ni voto sino porque la historia se repetirá. El modelo de gobierno en el fútbol esconde el evidente deseo de quedarse para siempre en el poder. Ser presidente de una federación hasta que la muerte los separe. Como Grondona, como Leoz, como Blatter, así es Manuel Burga, ese perpetuo directivo que durante más de diez años se ha comportado como un candidato a tiempo completo. A estas alturas no es relevante que Burga gane por enésima vez. Lo que importa es que no nos importe. Aceptemos que el fútbol es parte de millones de nosotros y es trágico (casi apocalíptico) esperar que “las cosas pasen” para recién indignarse. De Burga hemos escrito muchas veces: es un dirigente que ha demostrado falta de competencia en diferentes instancias y carece de mano dura para reformar nuestro circense balompié (la Copa Perú tiene menos seriedad que la gymkana de tu colegio). Eso lo sabemos todos (y tú también). Don Manuel tiene menos de 5% de aceptación en las encuestas. Menos querido que Laura Bozzo y Justin Bieber en el Día del Amigo. Pero seamos justos, el único problema en estas accidentadas elecciones (que ni siquiera han sido convocadas) no es la imagen omnipresente de Burga. Es cierto que Richard Acuña es el único dirigente que en los últimos meses ha anunciado oposición electoral y que ahora fue tachado por insultar a un árbitro, pero es inverosímil que en cuatro años no hayan aparecido más directivos (Alberto Tejada fue otro) que se pronuncien contra este insostenible sistema. Nadie se quiere comprar el pleito. Nadie. ¿Dónde están? ¿Hay alguien allí? ¿Aló? Tururú, tururú. Ellos también son responsables de este desastre deportivo. Existe Burga porque no hay capacidad ni valentía para enfrentarlo. Falta solo un mes para vivir una escena conocida: se nombrará un comité electoral al apuro, no habrá tiempo para campañas ni para convencer a los votantes (los clubes profesionales y las nefastas ligas departamentales) y oh sorpresa: Burga presidente. En estas tristes elecciones los candidatos (o el candidato) no merecen ni siquiera que los demás voten. Merecen que los boten.