Quisiera celebrar el advenimiento del nuevo año con optimismo, pero cuando analizo la política nacional solo puedo avizorar el 2016 con recelo.
La campaña electoral, hasta este punto, es un desastre, con pocas excepciones. La falta de consistencia ideológica, organización y trayectoria de la mayor parte de instituciones participantes (increíblemente 19 fórmulas) ratifica que prácticamente carecemos de partidos políticos, pero abundan los clubes electorales oportunistas que se aprestan no a tomar el poder, sino a asaltar el Estado. En vez de auténticos líderes, tenemos apenas falsos caudillos y caciques carentes de programas y planes de gobierno.
Un caso evidente es el de César Acuña, quien con sus lemas de “una raza distinta” y “plata como cancha” está removiendo temas nefastos de nuestra realidad, como la animadversión entre etnias y el modelo paradigmático del empresario informal que cree que con dinero se puede lograr todo, incluso doblegar conciencias. Increíblemente, con su billete ha financiado el transfuguismo de personas que esperábamos consecuentes como Anel Townsend, heredera de un linaje estupendo como el de su padre, líder histórico del Apra.
El transfuguismo de Susana Villarán es el más repudiable, porque al margen de haber sido pésima alcaldesa metropolitana le quedaba el mérito de su investigación de los crímenes de Madre Mía. Sin embargo, hoy es nada menos que aliada principal de un candidato acusado de asesinar a un periodista y violar a una mujer en Ayacucho.
De sus congéneres de la izquierda, es terrible ver cómo Verónika Mendoza, secundada por Marco Arana, pide órganos censores de la prensa en pleno siglo XXI, en un intento obsoleto de restaurar el velascato.
Alejandro Toledo, a su turno, no entendió que debía pasar a la historia como ex presidente de la transición. Y, además de sus desencuentros con la verdad, insiste en un caudillismo deplorable. Llega al extremo de darle la espalda a Daniel Mora y Luis Thais.
Algo semejante debe decirse de esa locura que abruma a Fernando Olivera, cuya mejor imagen habría quedado como partícipe de la entrega del video Kouri-Montesinos.
En cuanto a Alfredo Barnechea, es mucho candidato para un partido querido pero maltratado como Acción Popular. Los demás postulantes pequeños, Ántero Flores-Aráoz, Renzo Reggiardo y Julio Guzmán quizá en el 2021 sean una opción.
Así, solo quedan tres opciones razonables: PPK ofrece una alternativa interesante y viable, pese a la presencia de gente de tercer nivel en su lista. Keiko Fujimori es también atendible porque, aunque cueste decirlo, ella no es lo mismo que su corrupto padre. Además, cuenta con el apoyo de un hombre muy valioso como José Chlimper, aunque la participación de Vladimiro Huaroc es absurda, lo mismo que el maltrato a personalidades como Martha Chávez.
Y la Alianza Popular (Apra-PPC), coincidiendo con el diagnóstico del maestro Fernando de Szyszlo, se presenta como interesante alternativa programática porque se trata de un frente institucional, con experiencia de gobierno, ideología liberal compartida y capacidad de negociación de conflictos sociales, gracias a la fórmula de Alan García, Lourdes Flores y David Salazar, ex presidente regional de Apurímac, quien tuvo una gestión notable para su pueblo.
Libertad para los presos políticos en Venezuela.