Ahora que el presidente Joe Biden está por cumplir sus primeros 100 días en el cargo el 30 de abril, aquí va mi evaluación preliminar: le está yendo muy bien en casi todos los frentes.
Aunque tengo algunos temores sobre el futuro, Biden ha hecho una excelente labor aumentando las vacunaciones contra el COVID-19, resucitando la economía del país, tomando medidas audaces contra el cambio climático, promoviendo medidas para reducir la brutalidad policial y los asesinatos masivos, y restaurando la defensa de la democracia y los derechos humanos en la política exterior estadounidense.
No es casual que Biden tenga una popularidad del 54%, contra el 40% que tenía el expresidente Donald Trump a esta altura de su primer año en el cargo, según una encuesta de Gallup.
Parte del éxito de Biden se debe a que es todo lo opuesto a Trump. No se la pasa tuiteando insultos, ni buscando confrontaciones con casi todo el mundo. Pero, aparte de eso, ya ha tenido varios logros importantes.
En la lucha contra el COVID-19, durante sus primeros tres meses, Biden ha triplicado las vacunas COVID-19 diarias, de 1,1 millones por día cuando asumió el cargo a 3,3 millones diarias a mediados de abril. Comparativamente, Trump había prometido varias metas de vacunación que nunca se cumplían.
Mientras Trump minimizaba la pandemia, Biden advierte constantemente sobre sus peligros, y usa una máscara facial casi todo el tiempo.
En materia económica, Biden aprobó un paquete de estímulo sin precedentes de US$1,9 billones para sacar al país de la recesión. Como resultado, ya se está viendo un auge económico.
El banco de inversión Goldman Sachs pronostica una tasa de crecimiento económico del 8% este año, la más alta desde 1951. En el momento de escribir este artículo, la Bolsa de Valores ha batido más de 20 récords desde que Biden asumió el cargo.
En materia de cambio climático: Biden reincorporó a Estados Unidos al Acuerdo Climático de París y se comprometió a reducir las emisiones de gases tóxicos de Estados Unidos en un 50% de sus niveles del 2005 para el 2030. Trump había negado, o en el mejor caso ignorado, la crisis del calentamiento global.
En materia de control de armas: Para combatir la epidemia de asesinatos masivos, Biden firmó un decreto ejecutivo destinado a prohibir las “armas fantasma” o kits con partes de armas que se pueden ensamblar sin ningún número de serie. Además, Biden también ha pedido la prohibición de las armas de asalto y una mayor verificación de antecedentes para los compradores de armas.
En política exterior, Biden ordenó a las tropas estadounidenses que salieran de Afganistán, algo que Trump había prometido, pero que no cumplió. Biden también ha restablecido las relaciones de Estados Unidos con sus aliados. Igualmente importante, Biden se ha resistido a los pedidos de la extrema izquierda del Partido Demócrata para reanudar los lazos normales con Cuba o para levantar las sanciones a Venezuela.
Y aunque sus críticos se alertan sobre una presunta “crisis migratoria” en la frontera, no pierdo el sueño por eso. Como escribí recientemente, el flujo de indocumentados es aún menor al que había hace 15 años, y el país necesita desesperadamente nuevos inmigrantes para compensar el envejecimiento de su población y la reducción de su fuerza laboral.
No sé si Biden seguirá haciendo las cosas bien. Entre otras cosas, aún podría ser llevado por la extrema izquierda de su partido a hacer concesiones innecesarias a las dictaduras de Cuba, Venezuela e Irán.
Pero, hasta ahora, Biden ha desarmado a sus críticos de derecha que decían que sería un “socialista”, y a sus críticos de izquierda que afirmaban que sería un político del ‘establishment’ que no haría nada.
–Glosado y editado–
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