Mientras esperamos que se descongele el pavo, valdría la pena aprovechar el tiempo para reflexionar sobre lo que ha sido el año del bicentenario en términos económicos. Porque, en lo que se refiere al bolsillo de las personas, el ave navideña no ha sido el único que vio su precio incrementarse en las últimas semanas.
Así, con el espíritu de las fiestas encima, la Navidad recibirá a los peruanos más preocupados por sus finanzas personales y menos optimistas de lo que estaban apenas 12 meses atrás. Y eso que hace un año no había más vacunados que los que lo hicieron de forma irregular.
Sobre lo primero, según una encuesta reciente de Ipsos, mientras en octubre del 2020 solo el 6% de la población consideraba el costo de vida como su mayor dificultad, este año el 24% indica que lidiar con los precios altos es su mayor problema. Además, el mismo sondeo coloca a la falta de trabajo y la no reactivación económica en segundo lugar con un 18%.
La inflación, entonces, ocupa un lugar central en el recuento económico del año que termina. Y no es para menos, porque si en diciembre del 2020 el tema difícilmente pasaba por el radar de los medios y cerraba en poco más del 2,2%, para noviembre de este año la tasa anual alcanzó el 6,24% a nivel nacional. Con ello, ya son cinco ciudades las que tienen precios generales que superan en al menos un 10% a los que se registraban un año atrás.
Amarrado a lo anterior, por supuesto, está el alza del dólar. Solo en el 2021, la moneda estadounidense ha acumulado una apreciación de casi 12%. Esta, sin embargo, hubiese sido mayor de no haber sido por el buen trabajo del Banco Central de Reserva (BCR), que para sostener al sol ha tenido que intervenir con más de US$17,7 mil millones mientras veía cómo más de US$15 mil millones salían del país por miedo al presidente Pedro Castillo.
Esto lleva a lo segundo, porque si algo ha causado el gobierno de Perú Libre en términos económicos es mayor incertidumbre para los inversionistas. Y es que, entre amenazas de expropiación, conflictos sociales mal manejados, anuncios de cierres de operaciones mineras, reuniones clandestinas, acusaciones de corrupción y tres intervenciones de la fiscalía en Palacio de Gobierno, la confianza empresarial no ha podido salir del terreno pesimista desde abril.
Con esto, no sorprende que diversos analistas estimen contracciones de hasta dos cifras en la inversión privada para el próximo año. Ni que el BCR mantenga un estimado de 0% en el mismo aspecto. El problema, claro está, es que la inversión privada es el principal generador de empleo formal. Y, según ha indicado el INEI, este ya se encuentra 3,7 puntos porcentuales por debajo de donde estaba antes de la pandemia.
Ahora, pese a que el 2022 pinta de color gris oscuro, es cierto que nada de lo anterior ha impedido que la producción nacional siga avanzando. Solo entre enero y octubre de este año, el PBI acumula un crecimiento de 15,99%. Con ello, seguramente cuando se publiquen las cifras oficiales del 2021, el Ejecutivo anunciará con bombos y platillos que el ‘crecimiento’ económico estuvo por encima de todo estimado.
Y si bien la cifra muestra una recuperación más acelerada que en otros países y eso es bastante positivo, el diablo se esconde en los detalles. Porque desde octubre la recuperación ha mostrado una desaceleración y el efecto rebote que trajo la pandemia se está terminando. El sector construcción, por ejemplo, cayó un 3,1% ese mes, mientras que el sector pesca retrocedió en un 33,15%. ¡Y solo esos dos sectores representan el 6% del PBI nacional!
No todo, sin embargo, es malo. La vacunación ha alcanzado al 70% de la población objetivo y se han adelantado las dosis de refuerzo para los mayores de 18 años. Aunque, claro está, la variable ómicron llegó al territorio peruano como para complicar un poco más el panorama. Así las cosas, parafraseando a Daniel Peredo, no sé si todo esto sea justo, aunque es definitivamente cierto.