- En respuesta a “La difamación ya no es un delito en el Perú” de Paola Ugaz.
Esta mañana Paola Ugaz publicó un artículo en el que abiertamente me ataca y dice que he difamado a la Comisión Scicluna-Bertomeu. Supongo, aunque no cita la fuente, que se refiere a un post que publiqué en Facebook. En ese post hice algunas descripciones de hechos referidos a la actuación de la referida Comisión que puedo probar, si me lo pide cualquier autoridad (civil o eclesiástica). Lo que dije fue básicamente lo siguiente:
1. El investigador Jordi Bertomeu, antes de asumir el encargo del Papa, se reunía con Pedro Salinas. En esas reuniones, con cervezas de por medio, hablaban del Sodalicio y sus miembros.
2. La Comisión Especial no aceptó entrevistar a testigos de descargos, solamente testigos de cargo. De hecho, pedí ser entrevistado por la Comisión para dar la información que tenía y me negaron la entrevista.
3. A Monseñor José Antonio Eguren nunca le dijeron cuáles eran los cargos en su contra y tuvo una entrevista con la Comisión sin saber de qué se le acusaba. Tampoco se le permitió ir acompañado de un abogado, ni civil, ni canónico.
4. Por información difundida por el mismo Pedro Salinas, dos personas pidieron ser escuchadas por la Comisión. Una dijo ser acosada por dos exsodálites y la otra quería narrar su experiencia en el Sodalicio. La Comisión los recibió inmediatamente. Pero como no declararon para incriminar a los que la Comisión investigaba, Jordi Bertomeu violó la reserva de la investigación y reveló lo declarado por las dos personas. Ahora sabemos que se lo reveló a Pedro Salinas y Paola Ugaz, por separado, o sea, dos veces.
5. El Comunicado de Prensa de la Nunciatura hace una indicación de cargos de manera indiscriminada, sin precisar por qué cargo específico se le expulsa a cada uno de los miembros del Sodalicio. A Mons. Eguren no se le imputa haber realizado actos de sadismo, tampoco hackeo de comunicaciones, tampoco abuso del apostolado del periodismo, tampoco abuso espiritual. Entiendo que la expulsión sería por una denuncia (sin denunciante) de que conoció de un abuso y años después lo negó.
Como ven, no he difamado a la Comisión Scicluna-Bertomeu, pues no miento en mis afirmaciones y me limito simplemente a dar datos para que cada quien valore los hechos en su conjunto.
Ahora le pregunto a la Sra Ugaz. ¿Revelar lo declarado en una investigación reservada, aunque se omitan los nombres, no es una violación de la reserva? ¿Nos podría mostrar las fotos de los dos “colados” que permitieron reconocer que a ellos se refería el Sr. Bertomeu cuando les contó a Pedro Salinas y a usted sobre lo declarado por los “colados”? ¿Si no desmiente la contaminación del Sr. Bertomeu por las conversaciones previas con Pedro Salinas, que no hubo testigos de descargos, que no hubo una comunicación previa de cargos, que no hubo defensa técnica o que se ha hecho un comunicado sábana por la Nunciatura, eso significa que usted reconoce que lo que he dicho es cierto?
Nunca he sido, ni soy representante del Sodalicio. Soy amigo y abogado de Mons. José Antonio Eguren, a quien usted ha atacado sin cesar en su cruzada personal contra el Sodalicio y, puedo decir, con mentiras grotescas. Si el Sr. Figari y otras personas realizaron abusos, que se les sancione y condene. Pero lo que usted no puede hacer es meter a todos en un mismo saco. Entiendo que usted sabe mucho de narrativas, pero muy poco de justicia. Una acusación se debe probar con un debido proceso, sino la condena deviene en ilegítima. Así de sencillo.
Creo que estoy en el justo ejercicio de mi libertad de expresión si pongo en evidencia datos que puedan poner en tela de juicio la imparcialidad del trabajo de los dos sacerdotes enviados por el Papa Francisco. Como todo ser humano, pueden haber cometido errores en el procedimiento y eso no puede ocultarse bajo la amenaza de aniquilar mediáticamente a quien se atreva a evidenciarlo. ¿Me va a calificar usted de matón por dar a conocer unos datos que puedo probar? ¿Me va a decir que, por eso, soy un difamador? ¿Va a pedir que me excomulguen?
Lo siento, Sra Ugaz, no pienso ser políticamente correcto. Voy a decir siempre lo que pienso. Si algún día me dejo intimidar por la cultura de la cancelación y del ataque que usted evidencia en su artículo, habré perdido lo más preciado que tengo: mi libertad. Espero que vuelva la Comisión Scicluna-Bertomeo u otra que disponga el Papa Francisco, pero para corregir los errores que tuvieron y que la justicia sea realmente tal, no solamente que la que usted y sus amigos periodistas aplauden.