No le queda otra cosa a Lima (y el Perú) para esta Conferencia de las Partes (COP 20) sobre el cambio climático, organizada por las Naciones Unidas y que se realizará en la capital entre el 1 y el 12 de diciembre.
Desgraciadamente, nuestras ciudades, que albergan casi el 70% de la población, con Lima a la cabeza, son posiblemente las menos sostenibles ambientalmente en América Latina. Para empezar, la condición de sostenibilidad que debería estar plasmada en la propuesta de ordenamiento territorial y desarrollo urbano de cada ciudad es letra muerta. Lima tiene un marco ambiental en el Plan Regional de Desarrollo Concertado al 2025, pero su implementación es inexistente. Ahí se propone la defensa e intangibilidad de los tres valles de Lima, así como la creación de un cinturón ecológico con agricultura urbana y la descontaminación del sistema marino de borde. No hay ningún proyecto en esa dirección.
El Perú es el octavo país del planeta con más reservas hídricas. Sin embargo 8 millones de personas no tienen acceso al agua. La reciben por horas, de manera interdiaria o mediante camión-cisterna.
La Autoridad Nacional del Agua (ANA) encontró que de las 159 cuencas que existen en el país, el 50% no supera los estándares de calidad debido al vertimiento de aguas servidas industriales y residuales, residuos sólidos y la minería formal e informal.
Lima es la segunda metrópoli ubicada en un desierto en el mundo, después de El Cairo, sin embargo tiene un manejo del agua totalmente absurdo: siembra cemento en los valles, se usa agua potable para regar parques y jardines; se contaminan ríos y mar, se desperdicia el 50% del agua producida por irracionalidad en su uso y por fugas y obsolescencia de las redes.
¿Resultado? Un millón de limeños carece de agua y paga a un camión-cisterna por agua contaminada 10 veces más que lo que cobra Sedapal.
Por otro lado, el 70% de las emisiones que contribuyen al efecto invernadero en la región provienen de los vehículos motorizados.
La ONU estima que para el 2030 más del 60% de la población mundial vivirá en ciudades. Si bien las urbes son el motor del desarrollo económico, el modelo urbano actual, contaminante y depredador, está en jaque y Lima no es la excepción.
La capital necesita alcanzar una línea de base de ciudad sostenible que representa: a) recolección de todos los residuos sólidos y disposición final, b) dotación de agua y desagüe y tratamiento de aguas servidas al 100% de la población, c) 9 a 10 m2 de área verde por habitante, d) descontaminación de ríos, mar y aire, e) vivienda mínima digna para la gran mayoría de población, en la periferia y las áreas históricas, f) sistema de movilidad urbana, integral, inclusiva y no contaminante, g) expansión urbana sostenible.Es indudable que a esa línea de base no se llegará de un día a otro, pero lo importante es saber si el modelo de ciudad que estamos haciendo se encamina en esa dirección. A la luz de las evidencias, la respuesta no es muy prometedora.