Siempre es grato saber algo nuevo sobre la inmarcesible Cindy Crawford. Más aun si se trata de algo relacionado con el Perú. Por eso no tiene nada de criticable la euforia mediática en torno a la visita de la top model a nuestras tierras, sus opiniones sobre Machu Picchu y sobre los atractivos turísticos de esta hermosa tierra del Sol. Lo que, en cambio, sí es de lamentar es la poca anticipación, escaso entusiasmo y nula curiosidad que vienen mostrando nuestros medios por la visita de una verdadera top, solo que de otras lides.
En efecto, Françoise Barré-Sinoussi nunca se ha subido a una pasarela, ni ha merecido de redactor alguno adjetivos como “infartante”, “seductora” o “curvilínea”, pero sería de esperar que el hecho de haber ganado un Nobel de Medicina (en 2008, junto con su compatriota Luc Montagnier, por haber identificado el virus de la inmunodeficiencia humana, o VIH, como causante del SIDA) tuviera cierto peso a la hora de decidir la cobertura de las personalidades que se dan una vuelta por el Perú.
Sobre todo, cuando a diferencia de Crawford, la doctora Barré-Sinoussi, que a estas horas debe estar dictando una conferencia en la universidad Cayetano Heredia, no ha venido por razones meramente hedonísticas, sino para compartir un poco de lo mucho que sabe con la comunidad científica local: durante los dos días que durará su estadía por estos lares, tiene programadas sendas conferencias sobre los retos que enfrenta la investigación del VIH en nuestros días y, sin duda, sobre un tema que la obsesiona: la posibilidad, el deber, la necesidad de dar con la cura para la enfermedad, y no conformarse con los tratamientos basados en antirretrovirales.
Por si no bastara con eso para merecerse un acoso periodístico digno de Guty Loza, Barré-Sinoussi forma parte de un exclusivo grupo de celebridades, un muy selecto clan integrado por apenas 45 personas, todas mujeres: las ganadoras de premios Nobel (contra 806 varones premiados). No sé qué pensarán ustedes, pero a mí me parece que algo de noticia hay ahí.
Pero no hay que prejuzgar. Quién te dice que este fin de semana los programas dominicales no nos sorprenden con un amplio despliegue sobre la (apasionante) vida y (prolífica) obra de madame Barré-Sinoussi. Tal vez pese a su apretada agenda puede darse una escapada para comer un cebichito y sería una lástima que ningún micrófono recoja sus impresiones al respecto.