“A merced de la corriente o del viento / Sin dirección o propósito fijo, a merced de las circunstancias” (RAE, dixit).
Eso se empieza sentir en las encuestas. Una comparación (a brocha gorda) de los votos emitidos a favor de Pedro Castillo en la segunda vuelta y lo que hoy nos muestran las encuestas no lo favorece para nada. El promedio ponderado de los votos emitidos a favor de Castillo en su bastión, las siete regiones del sur, fue del 72%. En cambio, en la más reciente encuesta del IEP, su aprobación llega al 58%. En Lima, donde obtuvo el voto de solo el 34,32%, tiene ahora una aprobación del 25%.
Por fecha de trabajo de campo, la encuesta no incluye los efectos de las últimas dos crisis generadas a ‘tuitazos’ por Guido Bellido: las del “despido” del canciller y la de Camisea, amenazando con que negocian en los términos de ellos o son “nacionalizados” (léase expropiados). Otro petardo de dinamita sobre los esfuerzos de Pedro Francke para atraer inversión privada en el marco de la gira por Estados Unidos y México, en la que el presidente dijo que nada se iba a nacionalizar.
Sobre el tuit presidencial de respuesta a su jefe de Gabinete (solo en este Gobierno, ¡algo tan insólito!) precisando que van a negociar, pero no expropiar, caben varias interpretaciones. La más probable es que Francke lo llamó para conminarlo a hacer un desmentido, dados los efectos económicos negativos inmediatos que tendría dicha amenaza, específicamente sobre el precio del dólar y, en términos generales, sobre la ya bajísima confianza de los empresarios domiciliados. Y ni qué decir de los que tendrían que tomar la decisión de venir.
Ahora bien, Bellido solo ha repetido lo que Pedro Castillo ya había sostenido en la campaña de la segunda vuelta. Cito textualmente: “Nos ratificamos para que, en el marco de una nueva Constitución, rescataremos los recursos estratégicos del Perú. Que el gas de Camisea sea para los peruanos, hay que nacionalizarlo”. Para a continuación añadir: “el oro, la plata, el uranio, el cobre y el litio que acaba de ser entregado a otros países, tienen que ser para los peruanos”.
En esta versión de Castillo, no hay discrepancia alguna con Bellido. Podría, por lo tanto, también ser leído como una disputa sobre quién se queda con los réditos políticos de una decisión ya adoptada; una posibilidad que sería reforzada por el show mediático de Bellido de llevar personalmente el oficio a las oficinas del consorcio para citarlos para las negociaciones.
¿Castillo es el moderado y Bellido, el radical?
Difícil sostenerlo cuando la principal actividad política del presidente desde su regreso ha sido una reunión de centrales sindicales organizada exprofesamente para darle su respaldo a su cuestionado ministro de Trabajo: “El maestro Iber Maraví, él conoce de cerca lo que sufre un trabajador, lo que se lucha por el bienestar del trabajo. Nosotros no podemos entretenernos en cosas vagas, en cosas vanas. Sabemos nosotros que acá se está haciendo un esfuerzo para que la clase obrera sea escuchada”.
¿Entretenernos en cosas vagas y vanas? ¿Es esa su apreciación sobre los abundantes documentos de la Dircote que dan cuenta de los vínculos de Maraví (de palabra y “obra”) con el senderismo? (Ipsos Perú: hay una presencia importante de Sendero Luminoso (SL)/Movadef en el Gobierno, 23%; hay algunos miembros del Gobierno que simpatizan con SL/Movadef, un 40% adicional).
Hay varias hipótesis sobre quién es realmente Castillo, basadas en sus dichos, pero más todavía en sus omisiones. La más fuerte es que está presionado y jaloneado por hasta tres grupos con intereses opuestos o al menos diferentes: Perú Libre, los maestros del Movadef y los moderados del Gabinete.
Ahora bien, hay varias especulaciones sobre por qué ese jaloneo termina en parálisis. Uno: les da la razón en parte a cada uno de ellos y quiere colocarse como una especie de mediador en la disputa, pero sin romper con ninguno. Dos: es muy lento para madurar su propia idea de cómo se deben hacer las cosas. De allí los retrasos en cambiar el Gabinete o la pachocha para designar a los directores del BCR, pese al costo económico que ello conlleva. Tres: hay algo oculto y quizá devastador que le impide romper con los más radicales, que serían los que lo saben.
No lo sé.
Lo que sí es un hecho cierto es que estos 60 larguísimos días han sido de alta incertidumbre y pobrísima gestión. El rumbo, si es que alguno, que tomará el país bajo su presidencia es una incógnita para analistas, opositores y para las diferentes alas del Gobierno; quizá, incluso, para él mismo.
Esto ya se deja sentir en la encuesta del IEP. Solo el manejo de la vacunación está valorado positivamente por la mayoría (58% dice que va muy bien o bien). En todas las demás materias, resulta jalado: lucha contra la corrupción (27%), lucha contra la pobreza (23%), educación (21%) y economía (20%).