Ayer, dos eventos concitaron la atención de las secciones de política de los medios nacionales. El más importante fue el debate de la moción de vacancia presentada contra el presidente Pedro Castillo y que, para el momento en el que se escribió este editorial, todavía se encontraba en desarrollo. El segundo de ellos, menos vistoso, fue la orden de detención preliminar por diez días aprobada por el juez Manuel Antonio Chuyo Zavaleta contra 11 personas en el marco de la investigación fiscal conocida como Caso Puente Tarata III.
Sin duda, cada uno de los 11 nombres que aparecen en la resolución judicial son importantes para entender cómo así un consorcio que no cumplía con los requisitos estipulados por las bases de la licitación de la obra del puente Tarata sobre el río Huallaga ganó la buena pro ofertando apenas 27 céntimos menos que su competidor más cercano. Una adjudicación que, dicho sea de paso, terminó siendo anulada el pasado enero en medio de destapes sobre sus irregularidades. Lo que llama poderosamente la atención es que de los 11 requeridos por las autoridades solo se había logrado detener a tres hasta la noche de ayer. Y, peor aún, que entre los que se encontraban desaparecidos estaban los tres más cercanos al mandatario en toda la nómina: su ex secretario general Bruno Pacheco y sus sobrinos Fray Vásquez Castillo y Gian Marco Castillo Gómez.
¿Fue su cercanía con el jefe del Estado la que permitió que consiguieran eludirse –hasta el momento, con éxito– de las manos de la policía? No lo podemos determinar a ciencia cierta, pero las preocupantes circunstancias que precedieron a esta situación sí dan mucho espacio para la suspicacia.
Para comenzar, no sería la primera vez que en este gobierno personas allegadas al poder consiguen escabullirse de las autoridades. Ya pasó antes, por ejemplo, con los dirigentes de Perú Libre Arturo Cárdenas, alias ‘Pinturita’, y Eduardo Bendezú, entre otros, involucrados en el Caso Los Dinámicos del Centro, y con los exalcaldes de Huancayo –ambos del partido del lápiz– Juan Carlos Quispe y Henry López, en la trama de Los Tiranos del Centro.
Hablando específicamente del no habido Pacheco, es imposible no recordar la declaración brindada por Karelim López que, en el marco de su proceso para convertirse en colaboradora eficaz, le contó al Ministerio Público que el presidente la llamó para que le transmitiese a Pacheco –poco después de que se le encontrasen US$20.000 en un baño de Palacio de Gobierno– el mensaje de que estuviese tranquilo. O aquella otra ofrecida por la misma Karelim en el que narró que el hoy presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, le había dicho al ex secretario general de Palacio que podían sacarlo del país y asilarlo en otro lugar.
También viene a cuento recordar las movidas en la policía, que es la entidad encargada de capturar justamente a requeridos como los mencionados en este editorial y que bajo este gobierno ha sido escenario de extraños sucesos. A fines de enero, como recordamos, Avelino Guillén renunció al cargo de ministro del Interior luego de que el presidente Castillo ignorara su pedido para que pasara al retiro al entonces comandante general de la PNP, Javier Gallardo. Gallardo había planteado que dos generales de la policía que registraban visitas a Pacheco en Palacio de Gobierno asumieran las direcciones de Lavado de Activos e Inteligencia, ambas encargadas de manejar información sensible.
Extraños también han sido los cambios en la jefatura de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior (Digimin), encargada de promover la captura de prófugos de alto perfil, que llegó a tener tres directores en menos de una semana y que ahora es conducida por el coronel Martín Gonzales Sánchez, mejor conocido como ‘Conejo’. Además, según ha podido conocer este Diario, dentro del Ministerio Público existe cierta desconfianza hacia la policía porque últimamente se les han escapado cuadros importantes.
Teniendo todo lo anterior en mente, la pregunta que formulamos líneas atrás adquiere un grado de probabilidad mucho más fuerte y, también, más inquietante.