El lunes, una conferencia de prensa del Ministerio de Salud (Minsa) puso en vilo a los peruanos por varias horas: un marino originario de República de Guinea y procedente de China estaba aislado en el hospital Daniel Alcides Carrión, en el Callao, con síntomas muy similares a los del virus del ébola. Horas más tarde, sin embargo, la propia ministra Midori de Habich terminó descartando por completo que el ciudadano africano estuviese contagiado.
Este episodio nos dejó algunas interrogantes: ¿El Minsa está capacitado para reconocer y tratar potenciales pacientes infectados del virus aplicando los protocolos internacionales para estos casos? Asimismo, ¿contamos con la infraestructura y equipamiento para afrontar un potencial brote del ébola en el Perú?
La manera en la que se respondió al caso del supuesto infectado por el virus evidencia que a la fecha aún estamos lejos de contar con mecanismos eficientes para protegernos de un eventual brote de la enfermedad. Así, por un lado, resultan preocupantes las condiciones en las que el supuesto infectado fue aislado y atendido en el hospital Daniel Alcides Carrión. Al no existir en el país un área especial para este tipo de casos, fue derivado al área de Estrategia Sanitaria de Tuberculosis. Si bien según el Minsa se trató de un ambiente seguro, de acuerdo con el personal médico de dicha institución el local no se encuentra preparado para atender adecuadamente estas situaciones. El personal sanitario, médicos, enfermeros y auxiliares, de hecho, declararon que no están correctamente equipados para tratar esta enfermedad. “No se están tomando las medidas de prevención, no tenemos mascarillas ni batas”, señaló una de las enfermeras. Por su parte, la representante del personal técnico del hospital manifestó que no se han implementado medidas de bioseguridad ni laboratorios especializados.
Cabe señalar que, según la Organización Mundial de la Salud, para atender a un solo paciente al día por un posible caso del ébola es necesario que se utilicen tres trajes especiales, que incluyen lentes protectores, gorro quirúrgico, máscara médica, filtro de respiración, overol, guantes dobles, botas de goma, bolsas y lentes protectores. Adicionalmente se necesitan 52,8 galones de agua y 20 galones de lejía, así como 8 pares de guantes. Sin duda, equipamiento e insumos que faltan y que el gobierno debería preocuparse por adquirir rápidamente para todos los establecimientos médicos a los que pudiesen derivarse eventuales casos del ébola. Y es que, si estos instrumentos no se encontraban disponibles en el hospital que fue elegido como el más adecuado para atender este tipo de ocurrencias, no es difícil imaginarnos el estado de los establecimientos médicos menos preparados, especialmente los que atienden a regiones que son puntos de paso fronterizo y que tienen puertos.
Por otro lado, si bien el Minsa actuó rápidamente al tratar de aplicar el protocolo ante un posible caso del ébola, otro de los cuestionamientos a su accionar tiene que ver con la descoordinación y falta de respuesta que habrían demostrado algunos de sus funcionarios. Así, llama la atención que se haya decidido aislar innecesariamente al supuesto infectado, cuando según los propios reportes de los médicos de la Sanidad Marítima de Chimbote –puerto en el cual desembarcó el marino enfermo procedente de China–, este ya había sido evaluado y se había determinado que no estaba infectado. En efecto, los síntomas que presentaba se venían arrastrando desde que se encontraba en altamar hace más de 87 días, superando largamente los 21 días de período de incubación del virus del ébola. Además, causa preocupación la confusión de los médicos al momento de declarar erróneamente la nacionalidad del paciente, ya que en un primer momento se reportó que procedía de Guinea Ecuatorial (país que está muy al sur de la República de Guinea y no presenta un solo caso del ébola).
No dudamos que la ministra De Habich, quien ha venido demostrando un muy buen desempeño en el sector, es la persona adecuada para liderar esta lucha. Así, esperamos que –aprendiendo de este caso y de las malas experiencias internacionales– el Minsa adecúe su plan de emergencia para afrontar con eficiencia este tipo de eventualidades, con especial atención en puertos, aeropuertos y zonas de frontera por donde puedan ingresar posibles extranjeros infectados, acondicionado espacios para recibir y transportar adecuadamente a los pacientes y dotando a los hospitales de la infraestructura necesaria para tratarlos. Solo así estaremos preparados para prevenir una eventual epidemia de este virus, de cuya posible llegada ninguna nación se encuentra libre.