La noticia escandaliza, pero no sorprende: cinco implicados en el Caso Los Dinámicos del Centro habrían fugado del país en los últimos días, a pesar de que tenían orden de prisión preventiva desde el 6 de octubre. De acuerdo con información que maneja la policía, en efecto, Arturo Cárdenas, Eduardo Reyes, Waldys Vilcapoma, José Bendezú y Francisco Muedas, todos ellos investigados por su presunta pertenencia a una red criminal que negociaba licencias de conducir y puestos de trabajo en el Gobierno Regional de Junín cuando era encabezado por Vladimir Cerrón, se encontrarían ahora en Bolivia, gracias a que el Ministerio del Interior (Mininter) se demoró casi dos semanas en colocar sus nombres en la lista de los más buscados y ofrecer recompensas a quien brindase información de sus paraderos y facilitase sus capturas. La lista en la que figuran ahora, en realidad, debería llamarse la de los más extrañados…
¿Qué fue lo que impidió que su inclusión en la referida lista ocurriese antes? ¿Incordios burocráticos? ¿Simple desidia? Cualquiera de esas explicaciones sería inaceptable y tendría que acarrear sobre el directo responsable una sanción. Pero la verdad es que la situación podría ser aún peor.
Como se sabe, el Gabinete liderado por la señora Mirtha Vásquez juró en la misma fecha en que las órdenes de prisión preventiva contra los individuos ahora no habidos fueron dictadas. Ese día, en consecuencia, la cartera del Interior fue asumida por Luis Barranzuela, sobre cuya idoneidad para el cargo se desató una inmediata controversia.
Entre los motivos que, a ojos de la oposición y de un buen sector de la opinión pública hacían esa designación indeseable, figuraba y figura el hecho de que, hasta antes de ceñirse el fajín, Barranzuela se hubiese desempeñado como abogado de Perú Libre y de varios de sus personajes más visibles, como el congresista Guido Bellido y el propio Vladimir Cerrón, investigados también por el Caso Los Dinámicos del Centro: el conflicto de intereses que eso planteaba era evidente.
Ante el riesgo de que los hoy prófugos de la justicia se beneficiasen de un posible ánimo de ‘vista gorda’ de parte del nuevo titular del sector, en este Diario advertimos desde el principio la omisión que se estaba cometiendo. La respuesta, sin embargo, fue cansina y morosa. Solo una semana después de la emisión de las órdenes de captura, el Mininter informó que Barranzuela había dispuesto que la policía reforzase la búsqueda de los cinco investigados. Y el 18 de este mes declaró que la tarea de ofrecer recompensas por ellos estaba “en plena ejecución” por tratarse de “un trabajo que se tiene que dar con diferentes actores”. El resultado, por supuesto, ya lo conocemos.
El problema, no obstante, es que, si se insiste en mantener al actual encargado del despacho del Interior en el puesto, la responsabilidad de lo sucedido ya no solo lo alcanzará a él, sino también a la jefa del Gabinete. Hace más de una semana, recordemos, su respuesta acerca de los “descargos” que le había pedido al ministro en cuestión sobre todas las otras materias que hacían su permanencia en el Gobierno indeseable y sobre la evaluación que haría de ellos una vez que los tuviera dio la impresión de ser una fórmula para darle largonas a la crítica situación. Ahora, cualquier otro argumento que pudiese esgrimir para no tomar al toro por las astas la presentaría simplemente como la cómplice de una circunstancia grave e insoslayable.
Más allá de la confianza que probablemente el Congreso le concederá en los próximos días, la señora Vásquez tiene que solicitar y obtener la de la ciudadanía; y un trance como el que aquí comentamos inspira, en honor a la verdad, todo lo contrario.