Está de más decir que la inseguridad es la mayor preocupación de los peruanos hoy en día. Sin embargo, ¿cuánto le preocupa al gobierno la formación de quienes estarán encargados de cuidar a la ciudadanía?
La respuesta parece ser que no mucho, al menos si nos guiamos por un informe de la Defensoría del Pueblo sobre el estado de las escuelas de formación de la Policía Nacional del Perú (PNP) publicado recientemente. En este, la Defensoría da cuenta de lo que encontró al inspeccionar, entre setiembre y diciembre del 2013, 19 de las 28 escuelas técnico superiores que forman suboficiales en nuestro país.
Un primer dato que debería preocuparnos es que los tres años que debería durar la carrera de los suboficiales se traducen en la práctica en uno y medio, pues los tres últimos semestres se dan en una modalidad “semipresencial”: algunas clases se dictan los sábados y otras en modalidad virtual. Es decir, los alumnos terminan sus estudios apurados y prestan servicio policial antes de estar listos para ello.
Igual de preocupante, sin embargo, son las condiciones en las que viven los futuros policías, pues demuestran que el Estado está muy lejos de tratarlos con dignidad. El informe reveló que hasta el año pasado solo 2 de las 19 escuelas visitadas se encontraba en buen estado. La Defensoría encontró, por ejemplo, que muchos dormitorios estaban sobrepoblados, llegando en algunos casos a ni siquiera haber espacio entre camarotes. Esto (como el resto de problemas de infraestructura) se debe en parte a que no se asigna suficiente presupuesto para mantener las escuelas y a que, paralelamente, el número de alumnos ha venido aumentando. El centro de formación de Puente Piedra, por ejemplo, pasó de albergar 1600 alumnos en el 2012 a albergar 3000 en el 2013 y se puede imaginar la situación de hacinamiento que esto supone.
La Defensoría también encontró que los baños y duchas dejaban mucho que desear. En el centro de formación de Sullana, probablemente el más dramático, solo había servicios higiénicos para las mujeres, por lo que los 566 hombres tenían que lavarse al aire libre y usar de baño un descampado que era limpiado cada 15 días.
Una prueba más de que estas escuelas no son una prioridad estatal es que el 29% de los entrevistados dijo haber tenido algún problema con su alimentación, como que la misma fue insuficiente, haber sufrido cólicos estomacales o haber encontrado una mosca o cucaracha en su comida.
Por si fuera poco, en muchos centros los alumnos mismos se veían forzados a adquirir implementos que debería brindar el Estado: uniformes, camarotes, colchones y en algunos casos incluso sillas de comedor.
Sumémosle a los problemas de infraestructura el maltrato que sufren los futuros policías. El 17% de los entrevistados dijo haber sido víctima de este o que sus compañeros lo fueron. Las más de las veces se trató de sanciones, que vinieron en forma de cachetadas, puñetazos o golpes con vara.
Y, para terminar, pese a las pésimas condiciones que se les hace soportar, todo parece indicar que no se les paga lo que se les debe. Y es que muchos alumnos aseguraron no haber recibido la propina mandada por la ley o no recibirla en la oportunidad acordada.
En enero de este año la Defensoría alertó a la Policía, al Ministerio del Interior y a los directores de las escuelas de esta situación. Y cuando entre enero y mayo realizó visitas de inspección y supervisó a otras nueve escuelas, su conclusión no fue alentadora: a pesar de que se han adoptado ciertas medidas que han traído algunas mejoras (entre ellas en los servicios higiénicos de Sullana) las condiciones generales no han tenido ningún cambio significativo y solo una escuela cambió de categoría para pasar a considerarse en buen estado.
En vez de realizar tantas inversiones innecesarias y desperdiciar tantos recursos públicos, el gobierno debería invertir en la formación de la policía. Por lo pronto, ha anunciado que existen 18 proyectos para mejorar o construir los centros de formación de suboficiales, y uno para mejorar el centro de formación de oficiales. Ojalá logren sortear la burocracia y concretarse pronto. Después de todo, para tener la policía que queremos, no podemos tener en este estado a sus semilleros