Las decepciones y engaños que dejó el gobierno de Martín Vizcarra fueron varios. Entre ellos, sin duda lo más relevante para el país fueron las supuestas compras de vacunas contra el COVID-19 que –como se develó luego– nunca fueron tales. La siguiente administración, liderada por el presidente Francisco Sagasti, recibió apenas preacuerdos y promesas de venta sin respaldo real.
Sería mezquino por ello dejar de reconocer y felicitar el buen trabajo en la provisión de vacunas que el gobierno ha logrado desde entonces. De acuerdo con Violeta Bermúdez, titular de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), el Perú es uno de los países que más contratos de compra de vacunas han logrado en América Latina. Según Bermúdez, hay más de 61 millones de dosis adquiridas y otras en proceso de negociación. Desde hace un tiempo, el país recibe ya cantidades no menores de vacunas Pfizer-BioNTech de forma semanal.
De materializarse lo pactado, las dosis pendientes serían más que suficientes para inmunizar a toda la población adulta del país, que asciende a casi 25 millones de personas. El Gobierno ha anunciado que espera aplicar 10 millones de dosis en la primera mitad del año y lo restante, otros 50 millones, estará a disposición del siguiente gobierno para utilizar entre agosto y diciembre. En este campo, un actor fundamental de las negociaciones, y que merece buena parte del crédito, ha sido la cancillería. Con Allan Wagner a la cabeza, la institución fue instrumental en abrir negociaciones con los laboratorios y limpiar asperezas en los acuerdos.
El salto del Perú –de no contar con vacunas aseguradas a fines del año pasado hasta cerrar acuerdos gruesos en menos de cinco meses– no es poca cosa. Aun así, en una muestra adicional de irresponsabilidad, parte del Congreso intentó promover una vacancia presidencial por una “deficiente gestión pública frente al combate a la pandemia COVID-19” y por presuntamente encubrir delitos relacionados a la vacunación irregular de funcionarios del gobierno pasado con Sinopharm, entre otras acusaciones sin sustento. Si bien el pleno rechazó admitir a trámite la moción de censura, el solo intento de vacar a un presidente que ha demostrado eficacia en lo que debería ser quizá el aspecto más definitivo de su gestión a poco de la segunda vuelta electoral demuestra hasta qué punto un grupo de congresistas puede estar desconectado de las necesidades de los ciudadanos.
El camino por delante, por supuesto, aún es enorme. De hecho, el país aún se encuentra relativamente atrasado en la región respecto del número de dosis aplicadas por cada 100 habitantes –9 vacunas en el caso del Perú versus 16 en Colombia, 23 en Argentina, 26 en Brasil y 90 en Chile–. En el último mes, el número de vacunas diarias aplicadas se ha casi triplicado en el Perú, pero el ritmo podría ser incluso mejor, sobre todo fuera de Lima.
Mientras el actual gobierno asegura la provisión de vacunas y aplica las que tiene disponibles a pesar de los retos logísticos, la responsabilidad de inmunizar a la mayor parte de la población peruana en realidad recaerá sobre la siguiente administración. Este pase de posta, así como la capacidad de quien sea elegido en el 6 de junio para completar a buen paso lo iniciado por el actual gobierno serán el reto más grande del sector público en lo que resta del año. El Perú perdió demasiado tiempo con malas políticas de salud que costaron miles de vidas, y ahora cada día cuenta.