Ayer, en este espacio, señalábamos la forma lamentable en la que algunos miembros del recién inaugurado Gabinete se habían referido a las protestas que desde el lunes vienen movilizando a gran parte del país.
“Algo les fastidia pero no logro entender qué”, ha dicho sobre los que se movilizan, por ejemplo, el presidente del Consejo de Ministros, Ántero Flores-Aráoz. Una respuesta increíble (en la acepción literal del término) por cuanto basta con ver unas cuantas fotos y videos de las marchas para advertir rápidamente hacia qué –o, mejor dicho, hacia quién– van dirigidas las pancartas de los manifestantes.
Pero las razones de la protesta –que, en realidad, son bastante evidentes– no son lo único que parecen no querer ver en el Gabinete. En estas, además, se han registrado escenas de violencia por parte de la policía hacia los manifestantes y periodistas que se encontraban en el lugar. Algo que, si bien varios ciudadanos habían denunciado desde el martes, quedó evidenciado en la jornada del jueves.
Ese día, como sabemos, se registraron las movilizaciones más multitudinarias de la semana. No solo en Lima, sino en ciudades como Iquitos, Pucallpa, Cusco, Chiclayo, Arequipa y otras, miles de ciudadanos salieron a las calles para protestar contra la asunción del señor Manuel Merino y quienes lo encumbraron a Palacio de Gobierno. Sin embargo, en algunos puntos de la capital, se registraron situaciones de violencia por parte de la policía, que disparó gases lacrimógenos y perdigones contra los manifestantes, incluso hacia partes como el rostro y el tórax, causando lesiones a varios de ellos (dos heridos, inclusive, terminaron en el hospital Guillermo Almenara, según confirmó Essalud en un comunicado).
Al ser requerido por la prensa, el ministro del Interior, Gastón Rodríguez, afirmó, en un primer momento, que los efectivos no habían usado perdigones (su uso está “restringido”, señaló) y que solo dispararon gases lacrimógenos. Sostuvo, además, que procedieron así solo como respuesta ante la “carga” de los que protestaban. Un día después, sin embargo, se rectificó y afirmó que los agentes sí habían usado armas, pero “de carácter no letal”, y proyectiles “de goma”.
No obstante, los videos registrados por ciudadanos y periodistas, así como las lesiones que presentan varios de ellos desmienten al ministro. Como dijimos antes, en varios clips difundidos en las redes sociales se puede ver a agentes disparando a ciudadanos que no representan ningún tipo de amenaza (algunos, de hecho, son alcanzados mientras tratan de huir). Este uso abusivo de la fuerza policial ha sido condenado en nuestro país por instituciones como la Defensoría del Pueblo, y desde fuera, por organizaciones como Amnistía Internacional.
De hecho, uno de nuestros fotógrafos, Alonso Chero, fue alcanzado por una canica, que le perforó la espalda y cuya extracción requirió de una cirugía (un proyectil similar, además, fue extraído del cuerpo de otro manifestante, según se conoció ayer). Según IPYS, también fueron heridos los periodistas Alonso Balbuena (Ojo Público) y Ernesto Benavides (AFP). Asimismo, Daniel Yovera, de “Cuarto poder”, denunció que sus colegas José Miguel Hidalgo y Roberto Muñoz fueron alcanzados por perdigones.
Más allá de las acciones legales que podríamos tomar por nuestro compañero Alonso, disparar contra los periodistas es una acción propia de épocas que, hasta donde sabíamos, todos queríamos dejar atrás. Épocas que a uno le vienen a la cabeza cuando lee, por ejemplo, la carta de renuncia del periodista Renzo Mazzei a la gerencia del Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú (IRTP), difundida ayer, en la que expone su preocupación por “la intención de censurar y manipular la cobertura informativa de TV Perú de las protestas ciudadanas”.
Los casos de abuso policial que hemos atestiguado estos días, en fin, no son, como llegó a decir pasmosamente el jueves el ministro Rodríguez en una entrevista en RPP, “percepciones”. Son represión, inadmisible e insoslayable. Y sería bueno que en el Gabinete comiencen a ver esto.