Venimos recibiendo gran cantidad de cablegramas procedentes de diversas capitales europeas. En París, el populacho en el más alto grado de excitación devora las noticias sobre la inminente guerra y pide que se declare. En Berlín, ocurre algo análogo y se vitorea frenéticamente al káiser y al príncipe heredero. En Belgrado, capital de Serbia, el príncipe se ha puesto al frente y se hacen grandes preparativos militares, existiendo entusiasmo al saber que Rusia está decidida a brindar apoyo a Serbia. La situación es gravísima. Si Serbia no da satisfacciones esta noche, Austria ocupará Belgrado.