Esta semana, Ollanta Humala –en lo que no fue, ni mucho menos, un intento de desviar la atención de los posibles pero negados nexos del prófugo Martín Belaunde con el Ejecutivo– le envió una carta al presidente del BCR, Julio Velarde. En esta le solicitaba, con amabilidad, que reconsidere el aumento de sueldo que le otorgó el directorio de esta institución.
El señor Humala, por supuesto, se esmeró a lo largo de la carta en demostrar su más profundo respeto por la institución, pues, aunque enfatizó “su profundo desacuerdo con esta decisión”, agregó también que “respeta” su “autonomía” y firmó manifestando sus sentimientos de “especial consideración”. El consejo, en todo momento, era más bien amical.
Agradecemos, junto con el presidente Humala, que el señor Velarde haya reconsiderado y bajado su sueldo. Acción que, dicho sea de paso, nadie ve como una respuesta a presiones injerencistas del gobierno, sino solo como el resultado, pongamos, de una meditación inducida, eso sí, por el presidente.
Ojalá estas cartas se vuelvan costumbre; así el Ejecutivo podrá funcionar como conciencia moral del BCR, lo que, reiteramos, no es lo mismo que injerir. La próxima semana, así, sugerimos se venga una misiva sobre cómo hacer para que el dólar baje; mientras más valga el sol, después de todo, más contentos los corazones de los votantes, perdón, de los peruanos...