La inminente llegada del 2022, tras un complejo, tenso y tedioso 2021, abre las preguntas sobre qué se avizora en el frente político. Como en todo, hay espacio para las certezas y las dudas. El desenlace dependerá de la acción de los diversos ejecutantes y del peso de la inercia.
En cuanto a las certezas, el Gobierno concluye el año con un eslogan (“siempre con el pueblo”) coherente con la retórica de campaña que, seguramente, le dará algo de identidad y algún indicativo del norte al que aspira. Los entredichos sobre su autoría (el exprimer ministro Guido Bellido aclarando que él usó antes la frase) reseñan también las disputas internas que han caracterizado el régimen en los primeros meses y que probablemente se prolongarán en el 2022.
Otra certeza es la realización de comicios subnacionales, que deberían convocarse en breve, en concordancia con la legislación electoral. Las elecciones regionales y municipales concluirán el bienio de renovación del liderazgo político nacional, iniciado en abril de este año. Queda por ver si la elección trae nuevos rostros o marca el retorno de viejos conocidos.
Asimismo, y a pesar del optimismo oficial, es evidente que la inversión privada presentará un panorama negativo, si sirven de guía las proyecciones de observadores privados sobre su evolución (-12) o incluso del cauteloso BCR (0). Este dato es importante por el impacto que tendrá en la generación de empleo. El economista Carlos Prieto anticipa que este factor “evitará un mayor dinamismo del empleo formal” (“Gestión”, 29/12/2021).
En cuanto a las dudas, según diversas señales voluntarias e involuntarias, el Gobierno parece conducirse hacia un recambio ministerial que podría marcar el rumbo que tome. A la dicotomía radicalización vs. normalización –de la mano de Perú Libre o de aliados de centro, respectivamente– debería agregarse una tercera opción: la prolongación de la situación actual. Es decir, un conglomerado de diversas posiciones e intereses, sin un liderazgo que dirima las disputas internas.
Algo del rumbo podría estar anunciando el nombramiento de Rosendo Serna al frente del Minedu, tras la larga espera que siguió a la censura a Carlos Gallardo. Serna, momentáneo militante de Juntos por el Perú, no parece prolongar el perfil de su predecesor, más preocupado por las demandas sindicales que por el bienestar de los estudiantes. Si esta tendencia se mantiene, la radicalización que se avizoraba podría ser menos probable que la moderación o la prolongación.
También queda incertidumbre sobre el manejo económico. Si bien algunos de los pilares del manejo macroeconómico se han mantenido, se ha incurrido en algunas prácticas en materia de política fiscal con la utilización de decretos de urgencia que han sido anotadas por el Consejo Fiscal (CF). El más reciente pronunciamiento de este ente, por ejemplo, considera que “es imprescindible que las decisiones de política fiscal se tomen con total sujeción a la institucionalidad vigente y con la mayor transparencia y responsabilidad fiscal posible” (28/12/2021). ¿Cómo reaccionará el MEF a esta opinión, que no es la primera observación que hace el CF?
Finalmente, queda la duda de si el optimismo o la calma que muestra la opinión pública ante el 2022 –el 40% de los encuestados cree que el año será bueno (30%) o muy bueno (10%) y un porcentaje cercano (35%) cree que será regular, según el IEP– será consistente con lo que traiga el año. El ánimo contrasta con la mirada negativa del 2021 (solo el 11% considera que fue bueno y un ínfimo 2%, muy bueno) y abre la posibilidad a un relanzamiento gubernamental. Queda por ver si este atenderá las expectativas ciudadanas o se refugiará en su núcleo duro, con las características luchas internas.