Suman más muertos que días de este Gobierno. El escalofriante número de 57 personas fallecidas –la mayoría de ellas como producto de la represión–, cientos de heridos y una enorme pérdida económica, no han sido enfrentados con salidas políticas que busquen poner fin a esta vorágine de violencia sin precedentes en la historia peruana reciente. La gravedad de la situación que vive el país exige salidas políticas urgentes.
Las elecciones se han constituido en el único canal para procesar el conflicto. Los llamados al diálogo, la concertación y el orden carecen de fuerza porque son emitidos por el Gobierno (17% de aprobación) y el Congreso (7%), cuya legitimidad es baja.
Hoy, el pleno del Congreso debatirá la reconsideración del adelanto de elecciones. Hay dos cronogramas que estarán presentes en el debate. Aquel que propone que las elecciones y el cambio de mando se realicen en el 2023 y el otro que sean en el 2024.
El 20 de diciembre el Congreso aprobó un cronograma cuyas fechas claves eran: elecciones en abril y cambio de mando el 28 de julio del 2024; es decir, de aquí a un año y medio, un plazo demasiado extenso si se quiere dar una salida a la crisis. Quienes aún defienden este cronograma señalan como argumento central que se requiere tiempo para cumplir con las reformas necesarias para mejorar el sistema político y ampliar la oferta electoral.
Sin embargo, en mes y medio que se ha ampliado la presente legislatura no se ha aprobado nada. Por la Comisión de Constitución desfilan invitados y reciben una cantidad de propuestas que lo único que producen es dispersar el debate. En el Congreso, sea por su fraccionamiento o poco interés, difícilmente se pondrán de acuerdo en las reformas políticas necesarias. No lo han hecho antes y difícilmente lo harán ahora. Además, en el cronograma 2024, presentado por los organismos electorales, se encuentran las elecciones primarias. Pero la mayoría de bancadas se oponen. En concreto, sin primarias, sin reformas y, sobre todo, por la crítica situación que vive el país, no tiene sentido mantener un cronograma para el 2024.
Un adelanto de elecciones para este año se hace necesario y urgente. Es logística y legalmente posible. El cronograma para el 2023, exigido anoche por Boluarte, permite realizar los domingos 15 de octubre y 26 de noviembre las dos vueltas electorales y el cambio de mando en la segunda mitad de diciembre. Se ganarían hasta siete meses que pueden ser de gran ayuda y permitiría, además, la ampliación de la oferta electoral, pues la inscripción de candidaturas se podría hacer hasta el 26 de junio de este año.
Los pocos acuerdos democráticos que se establecieron a inicios de siglo están casi rotos. Los extremos de izquierda y derecha no ven otra cosa que la desaparición de los que no son iguales. Pocos momentos en la historia peruana han concentrado todos los condimentos para asfixiar la convivencia social. Por lo que el Congreso debe aceptar que el país no da para más y necesita con urgencia una fecha cierta de elecciones y cambio de mando. Es una salida constitucional y política, con un mensaje potente que permitirá descomprimir la explosión social, cuyos costos son lamentablemente altos. Lo único que se necesita es voluntad política, que, como vemos a diario, es lo que más escasea.