El presidente Pedro Castillo confirmó el último martes su cuarta victoria en predios legislativos al no ser admitida la moción de vacancia presentada en su contra (antes había obtenido dos investiduras y la aprobación del presupuesto). La votación reitera el peso de las llamadas bancadas de centro (Acción Popular y Alianza para el Progreso) y anuncia la recuperación del espacio de Perú Libre, postergado tras la llegada de Mirtha Vásquez a la PCM.
La ola vacadora –que había perdido fuerza por la distancia entre las expectativas y la realidad de los audios difundidos el domingo– terminó llegando a la orilla como una débil resaca. Los 46 votos obtenidos por la admisión de la moción solo lograron sumar a las bancadas promotoras (Avanza País, Renovación Popular y Fuerza Popular) a algunas voces reiteradamente disidentes de sus respectivas bancadas, como Gladys Echaíz y Roberto Chiabra, de APP, y Carlos Anderson, de Podemos Perú.
Estos dos procesos (el fracaso al forzar la concurrencia del presidente al Congreso y la alimentación de la intriga en torno de los audios) dejan como penoso saldo la pérdida de peso de otras denuncias realmente serias divulgadas el mismo domingo en “Punto Final” y “Panorama” sobre la cercanía de personajes de dudosos antecedentes a la Presidencia y sobre las que el mandatario y su entorno no han dado explicaciones satisfactorias. También, han pasado por agua tibia la grave denuncia de “Sudaca” sobre el favorecimiento por parte del Ejecutivo a medios regionales (3/12/2021). Los descargos del Ejecutivo no han existido y, cuando se han dado, han sido claramente insuficientes.
Por lo demás, la moción de vacancia, tal y como estaba planteada, reproducía una serie de incongruencias y errores de enfoque que se colaron en el discurso de los promotores de la vacancia. La mañana del lunes 6, día previo a la admisión de la moción, por ejemplo, el excandidato presidencial de Avanza País, Hernando de Soto, se refería al proceso como una lucha para evitar “un nuevo engaño al Perú con comunismos fracasados” (RPP, 6/12/2021).
Al persistir en este tono, se prolonga el discurso que busca desconocer los resultados electorales de junio –un desconocimiento selectivo, por lo demás, porque no se procedió de la misma manera con la votación que originó el Parlamento actual en abril– y se pierden de vista los actos del primer mandatario, que demandan esclarecimientos. Si a ello se le agregan los pasivos que arrastran varios de los voceros de la vacancia, el proceso se hacía aún más complicado.
La superación momentánea de esta crisis no debería hacerle creer al Ejecutivo que puede persistir en el camino errático que ha mostrado hasta ahora y que lo ha ubicado en una posición precaria, tanto en lo referido a la gestión gubernamental como a los malos pasos políticos. De hecho, como bien ha señalado el exministro de Economía y profesor en la PUCP, Waldo Mendoza, lo que ha primado en estos primeros meses del mandato de Castillo es “una mezcla de caos y añoranza de políticas que no funcionaron nunca y en ningún lugar” (Gestión, 30/11/2021). Si a ello se le agregan las reiteradas muestras de opacidad y los nombramientos cuestionables, la situación es muy desalentadora.
Los costos de optar por este rumbo, preñado de incertidumbre y de mensajes confusos, han sido hasta ahora monumentales para el pueblo, tan mentado como motor del régimen. Ello se siente principalmente en cómo se enfrentan las necesidades cotidianas. La reciente encuesta de Datum, por ejemplo, reporta que solo tres de cada diez encuestados (28%) afirman que sus ingresos le alcanzan para “la compra de alimentos y productos de primera necesidad”. Así, pues, no solo los votos para admitir la vacancia fueron insuficientes: también lo son los ingresos.