El Banco Central de Reserva (BCR) se ha vuelto aún más pesimista respecto al crecimiento de la inversión privada este año. Hace tres meses, el BCR esperaba que creciera 1%, pero ayer se alineó –al menos en la tendencia– con las proyecciones de especialistas que ya advertían que lo más probable es que el resultado sea negativo y pronosticó que la inversión privada caerá 0,5% este año, repitiendo su desfavorable desempeño del año pasado. Esta proyección igual es bastante más optimista que la del Instituto Peruano de Economía, por ejemplo, que ve una contracción de 2,8% como el desenlace más probable para este año.
¿Por qué nos debería preocupar esta esperada caída? Porque de la inversión privada depende que los ingresos laborales y el consumo privado se recuperen este año; es decir, que aumenten los recursos de los que disponen los hogares para cubrir sus necesidades.
Esto hará más difícil que los peruanos que cayeron en la pobreza por la pandemia y que aún no han podido incrementar sus niveles de ingreso al mismo ritmo de la inflación lo logren en el corto plazo. Asimismo, se afectará la demanda por los bienes y servicios que producen las empresas peruanas, lo que tendrá también un efecto negativo sobre el crecimiento económico. En esa línea, el BCR espera que la economía crezca este año 2,6%, por debajo de su proyección de 2,9% de hace tres meses.
La caída de la inversión privada se debe principalmente a la ausencia de proyectos mineros lo suficientemente importantes como para compensar el fin de la construcción de Quellaveco, que demandó recursos por US$5.500 millones. La recuperación de la inversión minera se ve bastante lejana, pues, incluso si se concreta el interés de algún inversionista por apostar por el Perú pese a la incertidumbre política, iniciar un gran proyecto minero toma mucho tiempo.
Pero también el BCR ha reajustado su proyección sobre el avance de la inversión no minera. Hace tres meses esperaba un avance de 3,1%, pero ahora tan solo ve un crecimiento de 1,5%, principalmente por el golpe de las protestas de inicios de este año.
El Ministerio de Economía y Finanzas está intentando evitar este desenlace con iniciativas como Con Punche Perú, pero, más allá de acelerar la ejecución de la inversión pública pese a los vientos en contra que representan la presencia de nuevas autoridades en los gobiernos regionales y locales, las protestas y las lluvias, es poco lo que puede hacer en un entorno de alta incertidumbre.
Las lluvias y su devastador golpe seguramente requerirán una mayor inversión pública, pero ese motor no será suficiente para compensar la mayor timidez del sector privado. Esta solo podrá revertirse si se encuentra, de alguna manera, una forma de asegurarle algo más de tranquilidad y predictibilidad a los inversionistas, y consolidar así la aún tímida recuperación de las expectativas empresariales para permitir que, después de todo lo sufrido, encontremos la forma de volver a mirar el futuro de la economía peruana con optimismo.