Escribir sobre el derecho de una pareja homosexual a adoptar en este rincón del planeta parecería tener tanto sentido como hablar sobre el voto femenino en 1800. Incluso entre la minoría de peruanos que se encuentra a favor del matrimonio gay un buen porcentaje no cree que se les deba permitir adoptar. Las justificaciones que se escuchan son que “un niño necesita de un padre y de una madre para su desarrollo” o que “crecer dentro de un hogar sin ambos roles podría traumarlos”.
No obstante, si usted es de esta opinión quizá le interese enterarse de que hace poco se realizó en Australia el estudio más extenso al día de hoy acerca de la situación de los niños que crecen en hogares con padres del mismo sexo, conducido por investigadores de la Universidad de Melbourne y de la Universidad La Trobe (la investigación se encuentra en: http://bit.ly/1sosgJD). La conclusión es más que interesante: estos niños resultan más sanos y felices que el promedio de la población australiana.
El estudio se realizó entre 315 padres del mismo sexo y 500 niños (en Australia se estima que viven 6.120 menores de 25 años en hogares de este tipo). Se descubrió que, comparados con la población general de la misma edad (luego de ajustar la medición por características sociodemográficas), los hijos de dichas parejas muestran, en ligeras proporciones, una mayor tasa de vacunación, mejor cuidado dental, mejores hábitos de sueño, mayor facilidad de aprendizaje, entre otras ventajas. Incluso, en las familias de parejas lesbianas los niños reciben leche materna un 6% más frecuentemente que en los hogares de parejas heterosexuales. En líneas generales, los niños criados en hogares por padres del mismo sexo logran puntajes 3% más altos que el promedio en las mediciones de “conducta general” (que básicamente evalúan su estabilidad emocional) y 6% más altos en las de “salud general” y “cohesión familiar” (que analizan qué tan felices y compenetrados se encuentran con sus familias).
El estudio también encontró que dos tercios de los hijos de parejas homosexuales son estigmatizados de alguna forma por la sociedad y que eso tendría algún impacto negativo en su desarrollo. Sin embargo, todo indica que este no sería relevante, pues en los promedios totales estos niños le sacan una pequeña ventaja al resto.
No es la única evidencia de que dicha estigmatización suele ser superada. Un reporte anterior publicado por la Academia Americana de Pediatría (disponible en http://bit.ly/1oeMAct) que analizó evidencia acumulada por más de 30 años encontró que la mayoría de los niños de dichos hogares terminan volviéndose resilente a esta estigmatización. De hecho, descubrieron sus autores, el bienestar de los niños se ve afectado de manera más significativa por la calidad del vínculo con los padres o por la estabilidad económica del hogar.
Lo cierto es que, según la evidencia existente, la prohibición de que las parejas homosexuales adopten se basa en prejuicios. Y estos, lamentablemente, no hacen más que privar a adultos responsables de la posibilidad de tener una familia más grande y reducir las oportunidades de los huérfanos de encontrar un hogar donde ser felices.
Por eso, la próxima vez que discuta este tema, es importante que recuerde lo siguiente: si sus padres hubiesen sido gays, quizá hoy usted sería más sano y feliz.