Cuando Evo Morales decidió desde su exilio en Buenos Aires, en enero del 2020, que Luis Arce iba a ser el candidato a la presidencia de Bolivia, nunca pensó que su fiel ministro de Economía se desmarcaría de él años después. En su cálculo –tal como lo pensó el ecuatoriano Rafael Correa en su momento al colocar en la misma posición a su entonces vicepresidente, Lenín Moreno, y ya sabemos cómo terminaron las cosas–, Arce le ‘cuidaría’ el cargo mientras él preparaba su regreso triunfal a Bolivia y, luego, al poder.
Pero las cosas no han estado saliendo como Morales las planeó. Efectivamente, Arce ganó la presidencia en primera vuelta y logró una importante mayoría legislativa, mientras que Evo volvió a su país. Desde entonces, los caminos de ambos se han ido separando y hoy solo hay un abismo entre ellos.
En cada ocasión que tiene, Morales le reprocha al presidente sus acciones de gobierno, critica sus gabinetes y los dos se han enzarzado en una lucha fratricida por la conducción efectiva del Movimiento al Socialismo (MAS), que no solo es el partido oficialista, sino que está conformado por organizaciones sociales y campesinas que han sido claves en la estructura del Estado desde el 2006, cuando Morales ganó su primera elección.
Actualmente, Evo Morales es el jefe nacional del MAS y ya dijo públicamente esta semana que postulará –otra vez– como candidato a la presidencia del país. Pero no las tiene todas consigo. El partido está dividido entre sus incondicionales y aquellos que se han aliado con Arce, una división que ha afectado incluso la mayoría en el Congreso, pues muchos evistas han bloqueado proyectos del mandatario y se han unido a la oposición en varias votaciones.
Las elecciones generales aún serán en octubre del 2025, y las internas están previstas para inicios de ese año, pero Morales ya decidió marcar la cancha para saber quiénes están con él o no, antes de que lo dejen a un lado.
La próxima semana se realizará un congreso clave del MAS, organizado por Morales y que Arce pretende boicotear. En esta convención, los evistas piensan proclamarlo como candidato del partido, aunque no de manera oficial, pues aún deben realizarse las primarias. Sin embargo, todavía quedan escollos legales que no serán sencillos para el expresidente.
El Tribunal Constitucional que lo habilitó a postular en el 2019, pese a que había perdido un referéndum que le prohibía hacerlo, aún debe pronunciarse si habilita o no a Morales para presentarse esta vez. Aquel año, logró que la corte señalara que era un “derecho humano” postularse a elecciones. Pero ahora, los mismos magistrados podrían decidir lo contrario si Arce los convence, tras bambalinas, de que la etapa de Evo Morales ya quedó en el pasado.