La vieja izquierda llamaba ‘bolcheviques’ a los radicales, intransigentes y arrojados; ‘mencheviques’ a los moderados, concesivos y tímidos. La matriz histórica de esta dualidad era la revolución rusa de 1917, cuando los ‘bolches’ capitaneados por Lenin se impusieron sobre los ‘menches’ que postulaban cambios más apegados a la ley y con participación de la burguesía.
La matriz cultural de esta dualidad es más simplona: el mero machismo latino que equipara la dureza del carácter y de los ideales a la hombría. Los ‘bolches’ son machos y valientes; los ‘menches’ son cobardes y maricas. Fui ‘menche’ en mi juventud universitaria, sé de qué hablo.
Este atavismo binario de izquierda se ha instalado en Palacio de Gobierno. Los ‘bolches’ controlan el ala este de la PCM y los ‘menches’ medran en el centro y el ala oeste de la presidencia con sus hojitas de ruta en las manos. Por eso, el periódico de los ‘bolcheviques’ o cerronistas, “El sombrero”, puso en su portada del lunes el titular “¡Valiente!” sobre una fotocomposición de Guido Bellido rodeado de los 300 espartanos, dirigiéndose a tomar a punta de lanza el yacimiento de Camisea. ¡Asu, qué machazo Guido!
Tanto show con el tema de Camisea nos tiene que llevar a revisar la dualidad, ¿no creen? Preguntémonos: ¿realmente Bellido, Cerrón y los ‘bolches’ que los rodean estiman que la expropiación de Camisea es un tema capital de su plan de Gobierno o están posando? Mi respuesta es: las dos cosas. Son radicales prendados irreflexivamente de la figura de la expropiación; enemigos del pragmatismo responsable que calcula que, en estos casos, lo mejor es negociar. Pero una cosa es que piensen así y otra cosa es que, en esta coyuntura, actúen en función de lo que piensan. Yo creo que actúan más en función de su supervivencia.
Bellido y Cerrón tienen tantas tribulaciones políticas y judiciales que se han acostumbrado a lanzar tuits para huir de ellas por la tangente. El primer ministro ha ‘despedido’ a dos ministros y a un vicecanciller sin que alguno se lo tome en serio; así que podía fácilmente presumir que tampoco el presidente y el resto del Gabinete se lo iban a tomar en serio porque la pegue de Velasco tomando La Brea y Pariñas manu militari en 1968. Como era previsible, lo han corregido el presidente, la vicepresidenta Dina Boluarte y varios ministros.
Finalmente, primó la medida de la negociación, que no es siquiera menchevique (aunque sigue el show a cargo de Bellido mientras el presidente continúa aprovechando el crónico mutismo presidencial). Varios críticos de derecha, incluyendo a Keiko Fujimori, han planteado la conveniencia de renegociar el contrato firmado bajo condiciones y supuestos que han quedado desfasados, así que no caigamos en el juego de ‘ay mamita, la expropiación’.