Encontrar un chat en el que se hace evidente la infidelidad de tu pareja o ampayar en los bolsillos de tu hijo esa marihuana que oliste en su pelo no son descubrimientos propiamente dichos, son confirmaciones. Son la certeza que desplaza a la sospecha que no te dejaba dormir. Son la oportunidad de preguntar, ya no por los hechos, que resultan contundentes, sino por los detalles. Las declaraciones de los empresarios que esta semana contaron cómo se han manejado los aportes a las campañas electorales encajan en esta tipología del “lo sabía”, y aclaran el panorama sobre otros puntos a los que debemos prestarles atención.
1. Los señores Dionisio Romero, del Grupo Credicorp, y Vito Rodríguez, del Grupo Gloria, han confesado que los aportes millonarios que hicieron a las campañas electorales tenían origen lícito, porque no provenían de ninguna actividad ilegal como el narcotráfico. Si bien esto los aleja del delito de lavado de activos, el dinero limpio se entregó bajo la condición de que se recibiera de manera sucia. La plata en efectivo se pasó por debajo de la mesa. Se le ocultó a la ONPE, a la que se le presentaron documentos de rendición de cuentas llenos de mentiras y se le impidió al elector saber qué empresas apoyaban a determinados candidatos.
2. En el caso específico de Fuerza Popular se ha corroborado la tesis de la fiscalía: que la agrupación recibía dinero por lo bajo, lo pitufeaba para ocultar su verdadero origen y, tal vez esto sea lo más complicado para Keiko Fujimori, ambos empresarios han declarado que la candidata participaba personalmente en las reuniones en que se entregaba la plata en efectivo.
3. Tras las revelaciones, la ciudadanía ha empezado a preguntarse, con razón, ¿qué recibían estos empresarios a cambio? Odebrecht aportaba para asegurar sus operaciones con el Estado Peruano. ¿Qué esperaban a cambio de sus generosas donaciones el Grupo Credicorp y el Grupo Gloria? ¿No es Gloria un proveedor importante de los programas sociales? ¿No tiene el Grupo Credicorp empresas cuyos intereses podían verse afectados con cambios en las reglas de juego?
4. Algunos excongresistas pretenden justificar este comportamiento señalando que las campañas eran caras, que los medios de comunicación cobraban mucho por los avisos. Ninguno señala, sin embargo, que las reglas de juego para el financiamiento electoral solo podían cambiarlas ellos mismos, los políticos que durante años calentaron curules en el Congreso sin mover un dedo. Sin plantear una alternativa a un financiamiento que a todas luces se prestaba para el lobby escondido.
5. Y, finalmente, tras las revelaciones de los empresarios, quedó clarísimo que casi todos los partidos políticos estaban preparados para esconder, pitufear y disfrazar aportes. Punto. No demuestra, de ninguna manera, que esta práctica, que les salía tan bien, no la hayan aplicado con el mismo entusiasmo cuando el origen del dinero era sucio.