Hay dos maneras de enfrentar los momentos de crisis: la de los analistas que se paralizan ante los problemas que observan, y la de los gestores, que miran las oportunidades que el miedo de los otros abre para ellos. Veamos.
Las noticias y comentarios de muchos analistas económicos y políticos muestran que todo está de cabeza en el país, y que por ello el futuro próximo será cada vez más sombrío. Lo ideal, nos dicen sin decirlo, sería meter la cabeza en el caparazón y esperar a que pase el temporal. Ya les avisaremos cuando lleguen las buenas noticias, señalan, cosa que raramente sucede.
Sin embargo, ¿por qué todas las bolsas del mundo muestran que el mejor momento para invertir es cuando las cosas aparentemente van mal? La razón es que mientras gran cantidad de inversionistas asustados empiezan a vender con pérdida, otros ven la oportunidad de comprar barato para recuperar luego. Por ello, no hay duda de que muchas de las grandes fortunas del mañana se están formando en estos momentos de temor mundial.
Por otra parte, también la historia empresarial peruana nos dice que grandes conglomerados se desarrollaron cuando otros se asustaron. Que el grupo Romero empezó a crecer cuando muchos se fueron del país por miedo a Velasco y que el grupo Gloria vio su momento cuando Alan García amenazaba con estatizar todo. Que los Añaños surgieron cuando Sendero Luminoso los obligó a dejar su natal Ayacucho, mientras Intercorp sigue avanzando a pesar de la inmensa crisis de la que se habla desde años. Más importante aún es recordar que la gran disminución de la pobreza en el Perú se dio en el peor momento de nuestra historia económica, cuando millones de migrantes formaron empresas para satisfacer las muchas necesidades de sus nuevos barrios.
¿Se debe entonces ser arriesgado cuando todos los demás se asustan? No, pues la bravura y la inconsciencia no son un antídoto eficaz contra el fracaso. Se trata más bien de ser imparcial en la evaluación de los riesgos, basándose en información realista y sin sesgos, sobre todo sin aquellos totalmente negativos de los que no entienden que ser empresario implica proyectarse y ver oportunidades que otros no ven. Ver, por ejemplo, como lo vemos en nuestras consultorías, que la crisis internacional facilita que se reemplace a muchos productos importados y que mientras los más ricos asalariados se asustan con los precios las mayorías independientes ajustan sus ingresos con la inflación y son clientes más estables.
Le toca entonces al lector decidir en cuál de los dos grupos ubicarse. En el de los que solo ven malas noticias o en el de los que planifican sabiendo que hay muchas buenas malas noticias que no deben desaprovecharse. Que tengan una buena semana.