La encuesta y el simulacro de votación de Datum divulgados ayer confirman lo que ya otros sondeos habían registrado en las últimas semanas: Pedro Castillo continúa adelante en la carrera de la segunda vuelta pero estancado o creciendo marginalmente, mientras que Keiko Fujimori ha subido de manera consistente de medición en medición, aunque aún no le alcanza ni para el empate. De acuerdo con esos estudios, la distancia que separa a los candidatos no pasa de los tres puntos porcentuales, un trecho que la postulante de Fuerza Popular bien podría recorrer en las semanas que faltan para el 6 de junio. Pero cabe suponer que estas cifras harán salir al aspirante de Perú Libre de esa curiosa combinación de pasmo y soberbia que ha caracterizado su campaña durante el último mes y ensayar alguna reacción.
Castillo, en efecto, parecía estar bajo la impresión de que la ventaja que ostentaba inicialmente bastaba para derrotar a su contendora, y lanzaba desafíos para debates cuyas reglas establecía él o se crispaba ante cualquier señalamiento sobre la pobreza de su programa de gobierno. Consciente del costo de cargar con Vladimir Cerrón a cuestas, además, esbozaba ociosos gestos de deslinde con él que luego parecía olvidar, y todo seguía igual. Pero ahora la cuenta le ha llegado y seguramente estamos por conocer al nuevo Castillo con puntitos azules.
–Escala técnica–
El candidato de Perú Libre, como se sabe, anunció días atrás la “reprogramación” de sus viajes al sur del país para concentrarse en su “plan prioritario”. Esto es, en la formulación de planteamientos sobre salud, economía y educación con alguna conexión con la realidad: un bien del que hasta el momento anda escaso. Y según parece, aprovechará también esta escala limeña en su rol de giras para presentar en sociedad a su presunto equipo técnico. Un acto que sin duda le supondrá la ingesta de un considerable sapo, pues hace solo unos días declaró: “Basta de equipos técnicos; los equipos técnicos son parte del pasado, parte de la repartija”. Nos preguntamos qué sucederá si en su flamante equipo aparecen de pronto algunos de los excolaboradores de Verónika Mendoza en la campaña de Juntos por el Perú. ¿Cómo hará el maestro para explicarnos que allí no hay repartija? Probablemente con alguna teoría de conspiración que hable de los pasillos de la Confiep y la prensa mermelera que lo obliga a contradecirse...
Pero en fin, el hombre tiene que hacer lo que le toca para tratar de conservar su ventaja sobre Keiko Fujimori; y si eso le demanda pasar de afirmar que desactivará la Defensoría del Pueblo a prometer que la fortalecerá o a pedirle a su titular garantías ante las amenazas de Rafael López Aliaga, está visto que lo hará.
La cosa es así: para romper el techo que le impide crecer, Castillo necesita apelar a los bolsones de votantes que permanecen indecisos; y ponerse formalito es el más obvio de los recursos a la mano para intentarlo. Previsiblemente, sin embargo, la candidata de Fuerza Popular buscará dificultarle la tarea, pues ella también requiere con urgencia de ese aliento adicional para soñar con la victoria. En consecuencia, lo que veremos a partir de ahora será muy probablemente una lucha a brazo partido por el concolón. O, para ser más precisos, por los concolones, pues las costras de votantes que quedan todavía adheridas a la olla son varias.
La gran interrogante, entonces, es dónde se ubican esos bloques de electores que hoy declaran no estar aún decididos sobre el destino de su voto, o que anticipan que lo viciarán o dejarán en blanco. Y resulta que el simulacro de Datum ofrece algunas pistas al respecto.
Los lugares en donde la suma de blancos y viciados se muestra relevante son Lima, el norte y el oriente (16% en cada uno de ellos); mientras que en el sur (13%) y en el centro (12%) la cifra luce más modesta. Las primeras, vale la pena notar, son las regiones en las que Keiko Fujimori lleva la delantera, y las segundas le reservan ese privilegio a Castillo. Así, si se confirmase aquí la habitual tendencia de los indecisos por alimentar finalmente las opciones en liza siguiendo las proporciones ya establecidas, estaríamos ante un escenario que favorecería ligeramente a la aspirante de Fuerza Popular. ¿Hablamos de poca cosa? Quizás, pero en esta apretada disputa, todo trigo es limosna. Y no olvidemos que falta incorporar en este cálculo el voto de los peruanos en el extranjero, cuyo comportamiento en la primera vuelta permite vislumbrar hacia dónde se inclinarían mayoritariamente en la segunda.
No conviene ignorar, no obstante, que el simulacro que comentamos revela también la existencia de un voto escondido por Castillo en Lima (34% frente al 31% que le concede la encuesta), por lo que la guerra de los concolones puede depararnos a todos todavía sorpresas de diversa naturaleza.
–Tercero excluido–
De cualquier forma, la remoción de esos conchitos sabrosos de arroz o votantes que se aferran a los bordes de los peroles en los que algún condumio criollo ha sido preparado no es fácil. Se trata de una operación que, antes que fuerza, requiere paciencia y maña: artes que en la brega por el poder no suelen desplegarse en abundancia. Sospechamos, por lo tanto, que triunfará en esta contienda quien menos codicioso por hacerse de la banda embrujada luzca. Y eso, por lo pronto, nos permite eliminar a Cerrón de la lista.