El Valle de Tambo se está convirtiendo en tierra de nadie. Al bloqueo de la carretera Cocachacra-Mejía y los constantes apedreamientos a las viviendas de quienes se oponen al paro indefinido contra el proyecto Tía María, ayer se sumó un hecho mucho más violento: el ataque a una comisaría.
Pasado el mediodía, una turba de unas 100 personas atacaron durante una hora la dependencia policial del distrito de Deán Valdivia (Islay). Los antimineros arrojaron piedras contra el local policial que era resguardado por 30 agentes. Veinte de ellos quedaron heridos, tres con graves golpes en la cabeza y el rostro.
El director de la Red de Salud de Mollendo, Walter Vera, informó que dos de los policías lesionados fueron conducidos al hospital de Essalud de esa ciudad con diagnóstico de traumatismo encefalocraneano en evolución.
Un contingente policial se trasladó desde Mejía para auxiliar a los policías heridos, mientras que un helicóptero hizo vuelos rasantes para dispersar a los manifestantes. A las 2 p.m., la policía retomó el control de la situación.
EN COCACHACRAA las 4 p.m., unos 500 manifestantes marcharon desde el molino arrocero de Cocachacra hacia el puente Pampa Blanca, para enfrentarse a la policía. Durante 30 minutos, lanzaron piedras con hondas y huaracas, mientras que otros quemaban arbustos que previamente rociaron con ají para provocar el mismo efecto que el de los gases lacrimógenos.
El ataque fue repelido por la policía. Desde una tanqueta, los agentes arrojaron gases lacrimógenos y perdigones de goma para dispersar a los manifestantes, pero solo lograron hacerlos retroceder. El enfrentamiento se prolongó hasta cerca de las 7 p.m.
El coronel PNP Amador Bacalla, jefe de operaciones en la zona, explicó que sus órdenes son contener a los manifestantes “con el menor costo social”. Por eso hacen uso de gases y perdigones de goma.