Hoy Victoria Urbina Medina matará dos gallinas y cocinará pachamanca para celebrar el Día de la Madre. Hablará por teléfono con sus hijas que viven en Lima (si la señal lo permite) y luego pasará el día con los trabajadores de su fundo en el centro poblado Teresa, en el distrito de Pichari, provincia de La Convención (Cusco), en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). Follow @sociedad_ECpe
Este año la pasará lejos de su familia porque se avecina la cosecha del cacao y para eso –dice– hay que estar ahí, pendientes, como si se estuviera a punto de dar a luz.Cada vez que habla del cacao, Victoria agradece a Dios. Hace nueve años se dedica a su cultivo y siente que, pese a que aún no es muy rentable, le ha dado algo más valioso que el dinero: tranquilidad.
Victoria es una ex cocalera. En los 80, se dedicó junto a su familia al cultivo de la hoja de coca, pero el avance del terrorismo la obligó a huir con sus hijas de 8 y 10 años a Lima. “Había mucha matanza y teníamos que lidiar todos los días con Sendero”, cuenta.
En Lima, se dedicó a la fabricación y venta de zapatos. Recién hace nueve años volvió al Vraem para sembrar cacao en las 31 hectáreas que tiene su finca. Dice que de ahí ya nadie la saca.
—Menos es más—
A media hora de distancia, en el centro poblado Puerto Mayo, Sonia Rodríguez, madre de dos hijos (uno chef y el otro militar), asegura que es cacaotera de nacimiento, pero reconoce que, durante algún tiempo, se dedicó al cultivo de la hoja de coca.
“Mi esposo tiene dos hectáreas de hoja de coca, pero tiene interés de cultivar cacao porque trabajar con algo ilícito no es conveniente”, dice.
Sonia se siente dichosa en el mundo del cacao. Por cada hectárea (tiene seis) puede llegar a cosechar 800 kilos de cacao por año (cada kilo se vende a S/5). Nada despreciable. Sin embargo, reconoce, al igual que Victoria, que el esfuerzo no basta para competir con la coca. “Falta mano de obra porque las personas prefieren irse a cosechar coca porque les pagan el doble”, refiere.
Hoy Sonia festejará con cerdo a la parrilla. Mañana tiene que volver con el cacao.
—Transformación—
Se calcula que en el Vraem la producción de coca alcanzó las 18.333 hectáreas en el 2015. Desde hace cuatro años, la ONG Lutheran World Relief, junto a comunidades agrícolas y organizaciones locales, han logrado que, así como Victoria y Sonia, 784 productores de coca pasen a cultivar cacao, a través de capacitaciones y asesorías. Eduardo Contreras Ivarcena, director de la ONG, precisó que este número representa unas 1.200 hectáreas de cultivo. Asegura que pese a ser mínimo, el cambio en la zona es esperanzador.
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