Una década ha transcurrido desde la madrugada del 7 de julio del 2007, cuando se anunció en Lisboa (Portugal) que Machu Picchu era una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, luego de una votación organizada por la empresa New Open World Corporation.
Tal elección posicionó a la ciudad inca de Machu Picchu como uno de los principales lugares turísticos del mundo. La ciudad inca recibió el año pasado 1’419.507 turistas, entre nacionales y extranjeros, lo que representa un aumento del 77% con respecto al 2007, según estadísticas de la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC-Cusco).
–Principales retos–Ha aumentado el número de visitas, pero también el número de amenazas que este patrimonio arqueológico y natural enfrenta. Fernando Astete, director del Parque Arqueológico de Machu Picchu, reconoce que el crecimiento del turismo en la zona ha sido “un reto complicado” en la gestión.
El año pasado, El Comercio reportó la acumulación diaria de toneladas de basura a pocos metros del Puente Ruinas, lugar por donde se accede a Machu Picchu, tanto en ómnibus como a pie. Hoy, luego de algunos cambios, la basura es comprimida en una compactadora de residuos. No obstante, sigue pendiente la construcción de una planta de tratamiento de residuos sólidos. El alcalde de Machu Picchu Pueblo, David Gayoso, asegura que el proyecto es trabajado con el Ministerio del Ambiente.
Gayoso agrega que se trabajan, además, proyectos junto al Sernanp, para que en su distrito se puedan viabilizar obras de agua potable y de tratamiento de aguas residuales. Ernesto Escalante, jefe del Santuario Histórico de Machu Picchu, reconoce que la tarea no es fácil. “El pueblo está en un lugar donde las condiciones no son las óptimas para tener toda la infraestructura que se requiere”, dice.
Otro desafío pendiente es la construcción del centro de interpretación; esta obra fue impulsada por el Ministerio de Cultura, pero fue cuestionada por el frente de defensa local en un paro convocado a finales del 2016.
También se busca la manera de evitar daños en el acceso a la ciudad inca desde el distrito de Santa Teresa. “Al día ingresan 800 visitantes por este lugar. Antes del 2007 apenas entraban entre 20 y 50”, indica Escalante. Vidal Pino, director de la DDC-Cusco, explica que la Unidad de Gestión de Machu Picchu, que agrupa a todas las entidades que intervienen en el santuario (ministerios de Cultura, Ambiente y de Comercio Exterior y Turismo, además del Gobierno Regional de Cusco y Municipalidad de Machu Picchu Pueblo), ha decidido incluir a la comuna de Santa Teresa para analizar la situación.
Algunos de los cambios aplicados se oficializaron en febrero, cuando se aprobó la Resolución Ministerial 070-2017 del Ministerio de Cultura, sobre el reglamento de uso sostenible y visita turística para la conservación de la llaqta o ciudad inka de Machu Picchu.
Esto parece dar sus primeros resultados. Ayer, La DDC-Cusco anunció que, por la implementación del reglamento, la Unesco había desistido de incluir Machu Picchu en su lista de patrimonio en peligro. En abril, César Moreno, director de la delegación inspectora de la Unesco, había declarado que la ciudad inca en sí se encontraba en “excelente estado”.
En aquella ocasión, Moreno dijo a la cadena alemana Deutsche Welle que las observaciones hechas sobre la situación de Machu Picchu “son en torno al manejo del lugar a largo plazo para lograr un desarrollo armonioso de la zona”.
El hecho de que la Unesco desista de incluir a Machu Picchu en aquella lista es otro motivo para celebrar, una década después.
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