El 18 de setiembre pasado, el espeleólogo español Cecilio López Tercero cayó a 400 metros de profundidad en la cueva Intimachay, en Chachapoyas. Un día después, la noticia generó gran preocupación y empezaron las labores de rescate, que duraron 12 días. A un mes de lo ocurrido, el explorador conversó con El Comercio desde Madrid e indicó que espera volver en un año, una vez recuperado.
— ¿Cómo se encuentra?
Estoy empezando la temporada de reposo que me queda. Tengo que estar como ocho o nueve meses sin actividad. Ya puedo andar, paseítos de 10 a 15 minutos. Hace una semana que me levanté de la cama.
— ¿Qué le han dicho los médicos?
De momento, me han hecho un corsé terapéutico, tengo que estar con él dos o tres meses. En función de cómo evolucione la lesión, decidirán si me tienen que operar todavía o no. Tengo que hacer rehabilitación.
— Tomando en cuenta ese tiempo y que dijo que pensaba volver, ¿cuándo le gustaría?
Sí, me gustaría volver en un año. En principio, no tengo ningún temor de volver a la cueva. Siempre he tomado precauciones. Intentaré ser más cauto, más precavido.
— ¿Cómo resumiría la experiencia vivida?
Quitando todos los aspectos negativos de haber estado casi 15 días bajo tierra, lo que me ha sorprendido ha sido el compañerismo y la solidaridad. Sobre todo las autoridades peruanas que han colaborado, rescatistas.
— ¿Cuánto tiempo llevaba en la zona antes del accidente?
Era el día final de la campaña de exploración, llevábamos unos diez días. La cueva la fuimos explorando poco a poco, cada día más o menos 100 metros de profundidad. Ese día, la punta de exploración estaba en menos 300 metros, la idea era llegar a menos 400. Entramos temprano para ir avanzando.
— ¿Cómo así ocurrió el accidente?
La cuerda estaba anclada a una roca y esta se rompió y se fue abajo. Eran unos 4 a 5 metros y caí de espaldas.
— ¿Llegó a desesperarse en un momento o la presencia de compañeros le dio calma?
En la cueva estuve en todo momento acompañado. Tuve muchos momentos de dolor, pero dos compañeros estuvieron conmigo. Estuve tranquilo. Quizá uno de los peores momentos fueron las cuatro o cinco horas que estuve solo hasta que llegaron los equipos de emergencia.
— Y en esas cuatro o cinco horas solo, ¿qué se decía a usted mismo?
También soy rescatista. Estaba valorando cómo iba a ser mi rescate, cuánta gente haría falta, cómo iba a ser la extracción y ese tipo de detalles.
— Cuando llegaron sus compañeros, ¿de qué conversaban, qué le decían?
Según bajaban, me daban información del exterior. De cómo iba el rescate, hasta dónde me iban a subir, qué estaban instalando.
— ¿Ya había visitado antes la cueva Intimachay?
Sí, el año pasado, a finales de agosto. Estábamos haciendo exploración y estudios arqueológicos. La descubrimos el año pasado, pero no terminamos de explorarla. El dueño del terreno, Javier Farge, que colabora con nosotros en las expediciones, la encontró y nos avisó que podía ser interesante explorarla.
— Y en la exploración, ¿qué pudo hallar o saber de la cueva?
El año pasado encontramos bastantes restos arqueológicos. Vimos que era muy interesante. Por eso, organizamos una expedición exclusiva para explorar la cueva este año. Solamente tomamos fotos y se dio parte a las autoridades competentes.
— ¿Recuerda qué era, a qué autoridades avisó?
Eran en su mayoría enterramientos, nosotros trabajamos con el centro Malqui (museo de Leymebamba), que obtienen los permisos adecuados. Durante el rescate, estuvo un arqueólogo del Ministerio de cultura que balizó las zonas sensibles.
— ¿Cuál era el objetivo?
Tener mayor conocimiento de toda la cultura Chachapoyas, y además explorar el medio subterráneo, hacer un mapa para ver por dónde van las aguas subterráneas.
— Usted ha participado en varios rescates, y en Leymebamba estuvo al otro lado de una situación así…
Llevo 15 años en el grupo de rescate de Madrid y esa ha sido la primera vez que he estado dentro de la camilla como rescatado. En España, he estado en varios rescates, el más complicado fue el de un espeleólogo que tenía una fractura de cadera. Fue en el norte, en Cantabria.
— ¿Cuánto tiempo lleva en estas actividades?
Unos 22 años en espeleología y buceo. Es el primer accidente que tengo. He estado en México, Uzbekistán, Italia, Namibia y varios países. Perú es uno de los países que más me gusta, es virgen en el sentido espeleológico, y sobre todo por la gente también.
— ¿Qué conclusión o lección le deja lo ocurrido?
La conclusión es que estoy rodeado de muy buenos compañeros y que a un compañero nunca se le abandona, a pesar de que las autoridades españolas no han colaborado en lo que yo creía que iban a colaborar.