El 10 de febrero de 1998 es un día que los trujillanos no olvidan. Las intensas lluvias como consecuencia del fenómeno de El Niño crearon una avalancha de lodo en la quebrada San Ildefonso, cuya masa rompió un dique e inundó la ciudad. El agua destruyó 400 casas y arrasó el cementerio de Mampuesto. Cadáveres y ataúdes flotaron por varios días.
Diecisiete años después, el riesgo en esta zona ya no es el mismo; es peor. Hay más gente viviendo en pleno curso de la quebrada, se han contado más de 200 canteras que alteran el cauce y solo una pequeña rejilla de 1x1 m intentaría drenar 50 m3 de agua por segundo. Instantes después de una nueva avalancha, Mampuesto y todo Trujillo se inundarían, otra vez.
“La única estrategia es que la población evacúe, porque no hay forma de contener el agua. Quien diga otra cosa está mintiendo”, afirma el gerente de Defensa Nacional de La Libertad, César Flórez.
Este panorama se repite en las 11 regiones que serían afectadas por el ya confirmado evento climático. En su último comunicado oficial, el comité encargado del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen) dijo que tenemos características de un evento de intensidad fuerte. Y son bastante altas las probabilidades de que en el verano del 2016 llegue a ser extraordinario como 1997-1998. El Niño nos tomaría otra vez desprotegidos, sin haber aprendido la lección.
UN NIÑO QUE NO OLVIDATumbes, Piura, Lambayeque y La Libertad fueron las regiones más golpeadas aquella vez. Y volverían a serlo. Las lluvias, inundaciones, desbordes de ríos y huaicos dejaron números imborrables: 374 muertos y más de 591 mil damnificados. Además, se destruyeron 248 puentes (entre ellos, el Bolognesi de Piura, donde murieron 30 personas), 8.841 kilómetros de carretera, más de 42 mil viviendas, y un largo etcétera que incluye colegios y centros de salud inservibles. Se calcula que las pérdidas superaron los US$.2.900 millones.
“No hemos aprendido mucho. En términos urbanos, seguimos creciendo de la misma forma de siempre: a través de invasiones, desordenadamente y en los lugares más inseguros. Sin duda, hoy la vulnerabilidad es mayor”, afirma el representante del Centro de Estudios y Prevención de Desastres (Predes), Gilberto Romero.
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